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El alcance filosófico de “El Capital” de Marx

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FILOSOFÍA, ECONOMÍA POLÍTICA

El alcance filosófico de “El Capital” de Marx

02/02/2025
16 min.

Introducción

El 2 de febrero de 1975, hace ahora cincuenta años, moría Mark Moisevich Rosental en Moscú. Militante comunista desde 1925, fue una personalidad fundamental de la institucionalidad soviética en el campo de la filosofía. Graduado en el Instituto de Profesores Rojos, fue, entre otras cosas, miembro y colaborador de distintas revistas y editoriales y dirigió el Departamento de Materialismo Dialéctico e Histórico de la Escuela Superior del Partido. Fue, también, encargado de la edición del conocido Breve diccionario filosófico de 1939 y de su reedición revisada en 1955.
Su extensa obra tuvo un rico desarrollo, elaborando desde obras de divulgación más básicas a otras de gran profundidad de pensamiento, manteniendo siempre una forma estilística accesible para el gran público. Así, ya desde los años cincuenta fue pionero en el estudio de la lógica dialéctica e influyó a algunos de los mejores pensadores del marxismo-leninismo soviético de la época como Iliénkov, Y. Zhdánov, Bosenko, etc. Fue, de hecho, debido a la recomendación de Rosental que Iliénkov comenzó a trabajar en el Departamento de Materialismo Dialéctico del Instituto de Filosofía de la Academia de las Ciencias de la URSS en 1968.
En motivo del cincuenta aniversario de su fallecimiento, queremos poner en valor la figura y el pensamiento de Rosental y reproducimos, a continuación, el capítulo introductorio de su libro Los problemas de la dialéctica en “El Capital” de Marx, publicado en 1961. Este libro fue traducido por Ediciones Pueblos Unidos, cuyo pdf adjuntamos al final de este artículo por si alguno de los lectores está interesado en la lectura completa de la obra.

El alcance filosófico de “El Capital” de Marx

«Marx no nos ha dejado una Lógica (con L mayúscula), pero nos ha dejado la lógica de El Capital. Habría que sacar el mayor partido posible de ella para el problema que nos interesa. En El Capital, Marx aplica la lógica, la dialéctica y la teoría del conocimiento del materialismo a una sola ciencia».

V.I. Lenin.

Estas líneas de Lenin caracterizan el alcance filosófico de la gran obra de Marx. Es cierto que Marx no escribió un libro que expusiera en forma metódica la dialéctica, la lógica y la teoría del conocimiento materialistas fundadas por él y por Engels, aunque indicó expresamente que se proponía dedicar un estudio especial al método dialéctico. En una carta a Engels examina los aspectos positivos y negativos de la dialéctica de Hegel, y dice al respecto:

Si alguna vez llegara a haber tiempo para un trabajo tal, me gustaría muchísimo hacer accesible a la inteligencia humana común, en dos o tres pliegos de imprenta, lo que es racional en el método que descubrió Hegel, pero que al mismo tiempo está envuelto en misticismo…C. Marx y F. Engels, Correspondencia, pág. 75, Ed Cartago, Buenos Aires, 1957.1

Por desgracia, Marx no logró realizar su propósito. Sus obras abundan sin embargo en formulaciones y observaciones acerca de la dialéctica; cada uno de sus escritos es un ejemplo de la aplicación del método dialéctico por él creado al análisis de los problemas concretos de la ciencia y de la práctica revolucionarias. Pero en ese sentido, su obra principal, El Capital, la obra de su vida, reviste una importancia especial.

Aunque El Capital no estudia la filosofía, sino la economía política del capitalismo; aunque arroja luz sobre las leyes del nacimiento, del desarrollo y de la declinación del modo de producción capitalista, ese libro constituye la «ciencia de la lógica» marxista. Es de un valor inestimable para entender el método de Marx, el método sobre el cual descansa la revolución realizada por los fundadores del marxismo en filosofía, en economía política y en la teoría del socialismo.

El alcance filosófico de El Capital no se limita solo al problema del método dialéctico. Lenin tenía razón cuando decía que la concepción materialista de la historia fue desarrollada del modo más profundo en El Capital. A partir de la publicación de esa obra, escribía Lenin en ¿Quiénes son los «amigos del pueblo» y cómo luchan contra los socialdemócratas?, la concepción materialista de la historia no es ya una hipótesis, sino una tesis científicamente establecida.

Se comprende que El Capital, obra económica, sea al mismo tiempo una gran obra filosófica. La teoría del socialismo científico y su fundamento filosófico, el materialismo dialéctico e histórico, habían sido creados por Marx y Engels mucho antes de la publicación de El Capital y expuestos en obras como el Manifiesto del Partido Comunista, Contribución a la crítica de la economía política, etc. Marx y Engels ya habían demostrado en esos escritos que el socialismo no era un sueño, un anhelo piadoso, sino el resultado necesario e ineluctable del desarrollo del modo de producción capitalista. Al proporcionar en El Manifiesto un breve esbozo de la evolución de la estructura económica del capitalismo, Marx y Engels demostraban que la caída del capitalismo y la victoria del socialismo son la culminación necesaria e inevitable del desarrollo económico y político de la sociedad burguesa.

Para basar científicamente el socialismo, tenía una importancia de primer orden el análisis exhaustivo de las relaciones económicas del capitalismo, del modo de producción capitalista. Si la transformación del régimen social y de toda la superestructura de la sociedad está condicionada por la del modo de producción, no se podía formular una teoría científica del socialismo si no se estudiaba a fondo la economía burguesa. En su prefacio a la Contribución a la crítica de la economía política, Marx indica que sus investigaciones de comienzos de la década del 40, es decir, en el período en que elaboró su nueva concepción del mundo, lo habían conducido a la necesidad de un examen minucioso de las relaciones económicas de la sociedad contemporánea.

Mi investigación desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el contrario, en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de «sociedad civil», y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política.C. Marx, Prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política, en Marx/Engels, Obras Escogidas, t. I, pág. 332, Ed. Lenguas Extranjeras, Moscú, 1951. 2

Por lo tanto, solo el estudio del régimen económico de la sociedad burguesa permitió transformar el socialismo, hasta entonces utópico, en una ciencia, pertrechar al proletariado con el conocimiento de las leyes de la evolución social, para su lucha contra el capitalismo, y descubrir, según la expresión de Marx, la esencia misma de las cosas.

Mucho antes de la publicación de El Capital, Marx había escrito numerosos estudios económicos notables, como la Miseria de la filosofía, Contribución a la crítica de la economía política, etc. Pero solo en El Capital resuelve por completo el problema de la anatomía de la sociedad burguesa. Esta obra arrancó los velos que enmascaraban el modo de producción capitalista y siguió el desarrollo de este desde su comienzo hasta su inevitable caída.

Antes de Marx el capital constituía en verdad una «cosa en sí». Los propios Smith y Ricardo, los mejores representantes de la economía política burguesa, no habían podido descubrir, en sus estudios sobre el capitalismo, la naturaleza real del modo de producción capitalista. Cuando tocó a muerto para la economía política burguesa, el escenario fue invadido por el tropel de los economistas vulgares, cuyo papel no consistía en buscar la verdad científica, sino en hacer ostensiblemente la apología del régimen capitalista. Gracias a El Capital, el modo burgués de producción apareció en sus características esenciales. Se asestaba un terrible golpe a la dominación de la burguesía. Según expresión de Marx, fue «el proyectil más temible que haya sido lanzado jamás a la cabeza de los burgueses (incluidos los terratenientes)».C. Marx y F. Engels, Correspondencia acerca de ‘‘El Capital’’, pág. 111, Ed. rusa, Moscú, 1948. 3 El proletariado adquirió un arma ideológica poderosa para luchar contra sus explotadores, una fuente inagotable de luz que le indicaba el camino de la victoria.

Para escribir El Capital, obra económica, Marx debía resolver numerosos problemas filosóficos. Durante la década del 40, en colaboración con Engels, ya había concebido la filosofía del materialismo dialéctico. Pero no podía limitarse, en el análisis del régimen económico burgués, a una aplicación pura y simple del método dialéctico y de la teoría materialista. La redacción de El Capital lo llevaba a encarar nuevos problemas que implicaban la concreción y el enriquecimiento de todos los aspectos de la filosofía marxista: el método, la teoría del conocimiento, la teoría del desarrollo social.

En primer lugar hacía falta criticar el método metafísico de los economistas burgueses, base de su teoría según la cual el régimen capitalista tendría un carácter eterno e inmutable, y oponerle el método dialéctico, único capaz de llegar a resultados científicos y prácticos. Es evidente en absoluto, que la impotencia de los economistas burgueses, aun de Smith y Ricardo, en lo referente a explicar la naturaleza del capitalismo, se debía principalmente a su apego al régimen burgués, a la clase capitalista, de la cual eran ideólogos. Sin embargo, sus concepciones filosóficas, su teoría metafísica del conocimiento, su concepción social, idealista en su conjunto, habían representado también un papel de importancia. Por eso, la crítica de la economía burguesa debía serlo al mismo tiempo del método, de la lógica y de la teoría del conocimiento metafísicos a los que se vinculaba.

Además, al escribir El Capital, Marx tenía que demostrar la diferencia radical existente entre su método dialéctico y el de Hegel, y precisar su actitud en relación con este último. Él mismo subraya este aspecto de su obra en las palabras finales a la segunda edición del libro primero de El Capital:

Hace cerca de treinta años, en una época en que todavía estaba de moda aquella filosofía, tuve ya ocasión de criticar todo lo que había de adulteración en la dialéctica hegeliana. Pero, coincidiendo precisamente con los días en que escribía el primer volumen de El Capital, esos gruñones petulantes y mediocres epígonos que hoy sientan cátedra en la Alemania culta dieron en arremeter contra Hegel al modo como el bueno de Moses Mendelssohn arremetía contra Spinoza en tiempos de Lessing: tratándolo como a «perro muerto». Esto fue lo que me decidió a declararme abiertamente discípulo de aquel gran pensador, y hasta llegué a coquetear de vez en cuando, por ejemplo, en el capítulo consagrado a la teoría del valor, con su lenguaje peculiar. El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una adulteración no obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer de un modo amplio y consciente sus formas generales de movimiento. Lo que ocurre es que en él la dialéctica aparece invertida, vuelta al revés. No hay más que darle la vuelta, mejor dicho, enderezarla, y en seguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional.C. Marx, El Capital, t. I, pág. 14, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1956. 4

Marx indicó en muchas ocasiones la importancia de la dialéctica de Hegel, su médula racional. En una carta a Engels señala que la Lógica de Hegel, que había releído, le había ayudado mucho a elaborar sus materiales referentes a las cuestiones económicas.

Aunque utilizó el «núcleo racional» de la dialéctica hegeliana, Marx la sometió a una crítica profunda y creó el método dialéctico materialista, que se le opone de manera radical. «Mi método dialéctico no solo es fundamentalmente distinto del método de Hegel, sino que es, en todo y por todo, su reverso».C. Marx, El Capital, t. I, pág. 14, Ed. cit. 5

Cuando después de eso, Dühring, ese «sujeto impertinente», «insoportable», que pretendía ser un revolucionario de la economía política, trató de inducir a error a los lectores de El Capital y de identificar el método dialéctico de Hegel con el de Marx, Engels le replicó en el Anti-Dühring, en tanto que Marx, en una carta a Kugelmann, indicaba al respecto: «Sabe (es decir, Dühring —M.R.) muy bien que mi método de desarrollo no es hegeliano, desde que yo soy materialista y Hegel es idealista».C. Marx y F. Engels, Correspondencia, pág. 161, Ed. cit. 6

El alcance filosófico de El Capital reside en que el análisis concreto de la formación capitalista ilumina y ejemplifica la diferencia radical que existe entre la dialéctica materialista y la dialéctica idealista. El Capital es un ejemplo notable de unidad indisoluble de la dialéctica y la explicación materialista del mundo. Marx pudo crear el método dialéctico y fundarlo sobre bases científicas, solo porque consideró ese método en sus relaciones indisolubles con el materialismo filosófico. Cuando caracteriza la diferencia que hay entre su método y el de Hegel, siempre coloca en primer plano la naturaleza materialista de su dialéctica. Y es fácil entenderlo, porque no hay ni puede haber método científico que no descanse sobre una base materialista, sobre la teoría materialista del conocimiento. El fracaso de la dialéctica idealista de Hegel así lo confirma. Lo que constituía su valor era el hecho de que, contrariamente a la metafísica, se apoyaba en el principio del desarrollo, del cambio, alguna de cuyas leyes explicaba. Pero este principio, separado de su base real, de la naturaleza y de las condiciones de vida materiales de los hombres, se convierte en una falsificación, en un subjetivismo desenfrenado, que trata de imponer sus deseos y su voluntad al mundo objetivo. Así es, por ejemplo, la concepción hegeliana de la evolución. A la vez que admite que la esencia del mundo reside en una ignorada «idea absoluta» mística, sujeta a metamorfosis dialécticas, Hegel trata el devenir en forma a menudo arbitraria, sin tener en cuenta el desarrollo real de la naturaleza y el mundo objetivo.

Lo mismo ocurre en Hegel en relación con todos los demás aspectos y principios de la dialéctica. Considerado fuera de su base material, de la esencia material del mundo, todo principio de la dialéctica es colocado con la cabeza hacia abajo, es deformado y adulterado. En cuanto al mundo material, contemplado desde fuera de sus transformaciones y modificaciones dialécticas, se torna irracional, se convierte en un mundo en el cual hormiguean los enigmas y los misterios. Si el materialismo premarxista no pudo triunfar sobre el idealismo, ello se debió a que se trataba de un materialismo metafísico, a que no entendía aún la naturaleza dialéctica de la materia y de los procesos sociales.

Solo el marxismo fusionó en un todo la explicación materialista del mundo y el método dialéctico. De ello resulta que el materialismo auténtico es inseparable de la dialéctica, así como la dialéctica auténtica es inseparable del materialismo. Es imposible comprender nada del método, de la teoría marxista del conocimiento desarrollados en El Capital, si no se tiene en cuenta ese vínculo, esa unidad. En su carta a Contad Schmidt del 1 de noviembre de 1891, Engels escribía, respecto de la diferencia existente entre el método materialista dialéctico de Marx y la dialéctica idealista de Hegel:

Si usted compara el desenvolvimiento de la mercancía hasta llegar a ser capital en la teoría de Marx, con el desarrollo del ser que alcanza la esencia en la teoría de Hegel, tendrá un paralelo bastante bueno del desarrollo concreto que resulta de los hechos por un lado, y por el otro, de la construcción abstracta.C. Marx y F. Engels, Correspondencia, págs. 321 y 322, Ed. cit. 7

Para Marx, las categorías y los principios de la dialéctica solo tienen valor si expresan un contenido material, es decir, si se aplican al desarrollo de la realidad misma.

Otro aspecto no menos importante de la correlación que hay entre el método dialéctico y la explicación materialista del mundo, queda aclarado en El Capital: la teoría del conocimiento solo puede ser científica cuando se basa en los principios de la dialéctica, o cuando está penetrada del espíritu de la dialéctica. Esto es lo que entendía Lenin cuando subrayaba que «la dialéctica es la lógica y la teoría del conocimiento marxistas», que, «la dialéctica, la lógica y la teoría del conocimiento no son más que una sola cosa».

¿Cuál es el sentido profundo de esta fórmula? El filo de la misma se dirige contra la ruptura, característica de la mayoría de las corrientes idealistas, entre el ser y la conciencia, entre las leyes de la realidad objetiva y las del pensamiento lógico, entre el contenido y la forma del conocimiento. De ahí la oposición entre la ontología, o ciencia del ser, y la gnoseología o ciencia del conocimiento, consideradas ambas como paralelas e independientes. Esta ruptura encontró su expresión más acabada en la filosofía de Kant. El mundo objetivo, según la filosofía en cuestión, no hace más que proporcionar los materiales que el conocimiento vacía en formas lógicas a priori, de las que dispone y que no dependen del ser. Hegel sometió a una crítica aguda esta oposición del ser y la lógica, y los unió en un todo, no sobre la base de la realidad objetiva, sino sobre la del espíritu místico absoluto, de la idea absoluta. Para Hegel, el mundo real es la encarnación de las leyes de la lógica.

La filosofía burguesa de la época del imperialismo continúa, bajo mil formas distintas, la doctrina kantiana de la independencia de la lógica y de la teoría del conocimiento en relación con el mundo real, llevando la ruptura hasta sus últimas consecuencias. Al rechazar como una antigualla en desuso la «cosa en sí» kantiana, estos filósofos reducen todos los problemas del conocimiento a un problema de forma.

Para la teoría del conocimiento —declaraba el neokantiano H. Rickert— no existe en general otra cosa que el problema de la forma. El contenido simple se mantiene completamente fuera de la esfera lógica, y no encierra todavía el problema de la verdad. Y por eso, todos los problemas de la teoría del conocimiento son problemas de forma.

Reducir el conocimiento a una cuestión de forma, separada del contenido: he ahí lo característico de las diversas tendencias de la filosofía idealista contemporánea, sean cuales fueren sus denominaciones: «positivismo lógico», «existencialismo», etc.

El marxismo fue el primero en poner fin a la falsificación idealista de la lógica y de la teoría del conocimiento. En oposición al antiguo materialismo metafísico, no ignora la importancia de las formas del conocimiento. Este es el reflejo de la realidad bajo el aspecto de las percepciones, de las representaciones, de las categorías lógicas, de los conceptos, etc. Pero el materialismo dialéctico estudia estas formas vinculándolas de manera indisoluble al contenido real que el conocimiento extrae del mundo objetivo. No son las formas lógicas las que engendran y modelan las leyes del mundo, sino las leyes de la naturaleza las que determinan las formas lógicas de pensamiento.

En los Cuadernos filosóficos, Lenin ha proporcionado una definición magistral de la lógica como ciencia de las leyes de la realidad reflejadas en las formas del pensamiento.

La lógica es la teoría, no de las formas exteriores del pensamiento, sino de las leyes de desarrollo de «todas las cosas materiales, naturales y espirituales», es decir, del desarrollo de todo el contenido concreto del universo y del conocimiento de este, es decir, el total, el resumen, la conclusión extraída de la historia, del conocimiento del mundo.V. I. Lenin, Cuadernos Filosóficos, pág. 66, Ed. rusa, Moscú, 1947. 8

Como la dialéctica materialista es la ciencia de las leyes más generales de la evolución de la naturaleza y de la sociedad, y por lo tanto del mundo objetivo, es al mismo tiempo una lógica, una teoría del conocimiento de las leyes del pensamiento. Las leyes más generales del desarrollo del ser, que formula la dialéctica, son a la vez las leyes más generales del conocimiento, por medio de las cuales el pensamiento aprehende la realidad. Por ejemplo, la ley de la unidad y de la lucha de los contrarios es una ley del mundo objetivo y también, precisamente por ese motivo, una ley del conocimiento, una ley de la lógica dialéctica.

Se entiende que solo mediante la aplicación de la dialéctica al conocimiento se podía solucionar correctamente toda una serie de problemas, entre los más complejos de la teoría del conocimiento, problemas que habían sido un obstáculo para todas las filosofías anteriores al marxismo. Tales, por ejemplo, los grados fundamentales del conocimiento objetivo, las relaciones entre la esencia y el fenómeno, entre los datos sensoriales, las percepciones y las abstracciones, el papel respectivo de estas en el proceso del conocimiento, la relación entre lo histórico y lo lógico, el análisis y la síntesis, la inducción y la deducción, etc.

Antes de Marx, la filosofía materialista no podía proporcionar una respuesta científica a estos problemas debido a su carácter metafísico. Solo la aplicación del materialismo dialéctico podía otorgar a la teoría del conocimiento un fundamento verdaderamente científico. Estos problemas fueron resueltos por primera vez, a la luz del materialismo dialéctico, en las obras económicas de Marx, por ejemplo, en la Contribución a la crítica de la economía política y, sobre todo, en El Capital.

A primera vista podría parecer extraño que estos problemas filosóficos hayan sido resueltos en obras de economía. Aquí es preciso tener en cuenta los siguientes hechos: en sus obras sobre economía, y en especial en El Capital, Marx debía analizar una de las formaciones más complejas de la historia de las sociedades, la formación capitalista. Si los economistas burgueses, los predecesores de Marx, no habían podido estudiar de manera científica el capitalismo, ello se debía, entre otras razones, a que no poseían una teoría válida del conocimiento. En la introducción a la Contribución a la crítica de la economía política, Marx examina el método de sus predecesores y en pocas tesis concisas explica su propio método, formula una cantidad de ideas directrices de una enorme importancia para la solución de los problemas planteados más arriba.

Pero estos problemas gnoseológicos se tornaron particularmente apremiantes cuando Marx emprendió la redacción de su obra principal, El Capital, en la que expone una teoría coherente, sistemática y profunda del modo capitalista de producción. Marx se vio obligado a solucionar estos problemas gnoseológicos para estudiar científicamente el modo capitalista de producción. Por consiguiente, no por casualidad El Capital encierra tan grande cantidad de indicaciones preciosas sobre la teoría del conocimiento y sobre la crítica del método de los economistas burgueses.

Por importantes que puedan ser estas indicaciones, lo esencial es sin embargo el estudio concreto de los problemas económicos de El Capital. En efecto, en él encontramos la lógica y la teoría del conocimiento marxistas «en acción», bajo la forma del análisis concreto de la realidad objetiva. En ese sentido y aunque El Capital no sea un tratado consagrado expresamente a la teoría del conocimiento, el estudio del modo capitalista de producción aporta, para la elaboración y la comprensión de la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico, mucho más de lo que podrían proporcionar tomos y tomos de investigaciones especiales.

Por ello Lenin subraya que la dialéctica de la sociedad burguesa, estudiada por Marx en El Capital, no es más que un caso particular de la dialéctica en general. No cabe duda alguna de que Lenin, que en 1914-1916 se ocupaba de los problemas de la dialéctica materialista y se interesaba vivamente, como lo atestiguan sus Cuadernos filosóficos, por el método de El Capital, se disponía a utilizar al máximo, en una obra especialmente consagrada a la dialéctica, las ideas filosóficas de incomparable riqueza contenidas en el libro de Marx. Esas breves notas de un maestro tan eminente de la dialéctica revolucionaria como lo fue Lenin nos servirán de hilo conductor en el estudio de El Capital, desde el punto de vista del método dialéctico marxista.

Lenin hace notar que la obra de Marx expone la dialéctica de la sociedad burguesa, caso particular de la dialéctica general, y extrae de ello el doble aspecto del método de El Capital. Por una parte, al analizar el modo capitalista de producción, al estudiar la dialéctica de su aparición, de su desarrollo y de su caída, Marx enriqueció la dialéctica en general, los principios dialécticos que desempeñan un papel en el estudio de todas las formas de la vida social, en el método de todo conocimiento, y cuyo valor objetivo sobrevive a la sociedad burguesa. Por otra parte, se trata de la dialéctica de un régimen específico, históricamente limitado y transitorio, o sea la dialéctica de la sociedad burguesa, que no puede ser vinculada de manera directa con otras formaciones, y menos aún con una formación como el comunismo, que señala el comienzo de una era absolutamente nueva en la historia de la humanidad.

Marx no se proponía estudiar en El Capital la dialéctica de la evolución de la sociedad socialista, si bien en muchos lugares de su libro compara capitalismo y socialismo y describe en términos generales las leyes de desarrollo de la nueva sociedad, que reemplazará a las de las formaciones antagónicas. Esta tarea se planteó a los marxistas en una nueva época histórica, luego del cumplimiento de las geniales previsiones de Marx relativas a la inevitable caída del capitalismo y después de la Gran Revolución Socialista de Octubre que liberó a Rusia de las cadenas del imperialismo.

Luego de la muerte de Marx y Engels, el capitalismo entró en su nueva y última etapa. El imperialismo acentuó al extremo las contradicciones del capitalismo. La revolución proletaria victoriosa en Rusia dividió al mundo en dos sistemas: el sistema socialista y el sistema capitalista. Bajo la dirección del Partido Comunista, los trabajadores del país, encabezados por la clase obrera rusa, vanguardia del proletariado internacional, han construido la sociedad socialista. Un nuevo modo de producción, el modo socialista, apareció y se desarrolla conforme a nuevas leyes económicas.

El análisis de la dialéctica de la evolución en el curso de esa nueva época histórica fue hecho por V. I. Lenin. Su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, constituye la continuación directa de El Capital. Las obras de Lenin y de sus discípulos formulan con perspicacia las particularidades del desarrollo del capitalismo en el período en que el mundo se dividió en dos sistemas sociales, en el período de la edificación de la sociedad socialista.

La interpretación teórica, filosófica, de las nuevas condiciones del desarrollo histórico, ha enriquecido la dialéctica, permitiendo descubrir nuevas formas de manifestación de las leyes dialécticas generales de la evolución en una situación que se ha modificado. La experiencia del Partido Comunista de la Unión Soviética, lo mismo que la de otros partidos comunistas y obreros, permite entender las nuevas leyes y las particularidades del desarrollo dialéctico, luego de la derrota del capitalismo y la victoria del socialismo.

Por lo tanto, la aplicación del método dialéctico en El Capital reviste de igual manera una considerable importancia desde el punto de vista de la comparación entre la dialéctica de la sociedad burguesa y la de la sociedad socialista.

El estudio de la dialéctica de El Capital presenta un interés actual en otro sentido. Desde la publicación de esa obra, y en especial después de la aparición del revisionismo y del reformismo en el movimiento obrero, los servidores de la burguesía no han dejado jamás de atacar a El Capital. Desde Bernstein hasta los socialistas de derecha de la actualidad, se han multiplicado las impotentes tentativas de abatir el majestuoso edificio de El Capital, de embotar su filo crítico y revolucionario, de «neutralizar» sus conclusiones, mortíferas para la burguesía.

Los esfuerzos por minar la influencia revolucionaria del marxismo sobre la clase obrera han adquirido y adquieren todavía con frecuencia la forma de ataque contra el método dialéctico. Así, un socialista de derecha alemán declaraba que el marxismo tenía todo por ganar, en cuanto teoría social y económica, si dejaba de «coquetear» con la dialéctica.

Los ataques desatados por los socialistas de derecha contra el método dialéctico de Marx no son otra cosa que un medio de combatir la esencia revolucionaria de la teoría marxista. Decir que Marx no ha hecho otra cosa que «coquetear» con la dialéctica, es falsificar groseramente el marxismo. En El Capital, Marx ha explicado por qué los ideólogos burgueses odian hasta tal punto a la dialéctica:

Reducida a su forma racional, provoca la cólera y es el azote de la burguesía y de sus portavoces doctrinarios, porque en la inteligencia y explicación positiva de lo que existe abriga a la par la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa; porque, crítica y revolucionaria por esencia, enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarse asustar por nada.C. Marx, El Capital, t. I, págs. 14 y 15, Ed. cit. 20 9

Lo que constituye el inmenso alcance de El Capital es que ha destruido hasta sus cimientos la antigua idea según la cual el régimen capitalista sería eterno, y que ha predicho con absoluta precisión el curso inevitable del desarrollo de la humanidad. Y si en la actualidad los enemigos del marxismo se encolerizan más que nunca, ello se explica debido a que el marxismo no había obtenido aún triunfos como los que hoy logra.

Es cierto que entre los actuales revisionistas hay algunos para quienes el marxismo ha envejecido en su conjunto, y solo queda en pie su método como cosa válida. Pero esto no es más que una tentativa no menos torpe de llegar por otros medios al mismo objetivo: destronar al marxismo, minar la confianza de las grandes masas trabajadoras en esa concepción del mundo, la única científica. El método y las otras partes del marxismo (la teoría económica y el socialismo científico) no son cosas independientes que se puedan separar de modo arbitrario las unas de las otras; no se puede aceptar una y rechazar las demás. Lenin dijo que el marxismo ha sido fundido en un solo bloque de acero. El método marxista es inseparable de la esencia revolucionaria de la doctrina marxista en su conjunto. Sin dicho método no habría socialismo proletario, y sin socialismo proletario el método deja de ser científico, deja de ser un instrumento del conocimiento de los procesos sociales y de la lucha práctica. Es imposible admitir el método si se niegan las conclusiones que se desprenden necesariamente de la concepción dialéctica del mundo.

Muchas cosas dependen, sin duda, de la concepción que se tenga de la filosofía y de su papel en la vida social. Si se encara la filosofía como una ciencia contemplativa que no tiene contacto alguno con la vida, entonces se puede combinar el socialismo con cualquier teoría filosófica y aun religiosa. Pero es evidente que semejante combinación solo puede culminar en un socialismo sumamente dudoso.

En un artículo publicado por Die Neue Gesellschaft, órgano de la socialdemocracia alemana, el autor, sinceramente consternado, comprueba que se vincula la filosofía con la política, que en los Estados socialistas la filosofía es utilizada para conocer las leyes del desarrollo de la economía y de la edificación socialistas, basadas en un plan científico y no en el juego de fuerzas espontáneas. El autor de dicho artículo afirma que la filosofía solo pertenece a las universidades.Die Neue Gesellschaft, 1957, II, Nº 112. 10

El marxismo no tiene nada en común con semejante concepción de la filosofía. Esta es necesaria no solo para la explicación del mundo, sino para su transformación revolucionaria; estas célebres palabras de Marx están inscriptas en la bandera del marxismo. Es absurdo tratar de oponer la filosofía marxista, el método del marxismo, del socialismo, y aceptar la una y rechazar al otro.

Esta obra [es decir, el libro de Rosental Problemas de la dialéctica en “El Capital” de Marx —PlV], que tiene por objeto destacar el papel de El Capital en la elaboración del método dialéctico, de la lógica y de la teoría del conocimiento marxistas, no pretende agotar el problema. Se limita a encarar algunos aspectos esenciales de ese gran problema, a fin de contribuir al desarrollo de la dialéctica y a la teoría del conocimiento marxistas, utilizando para ello la dialéctica de El Capital, como lo había indicado Lenin.

Lenin había dicho que en El Capital Marx elaboró la dialéctica, la lógica y la teoría del conocimiento; inspirado en esta indicación, el autor se propone mostrar, por medio del examen de algunos importantes problemas, que la dialéctica no solo extrae las leyes objetivas del desarrollo del mundo, sino que por ese motivo es la única lógica y la única teoría científicas del conocimiento.

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Si el lector está interesado en acceder a la obra para seguir con su lectura, puede acceder al PDF clicando aquí.

Notas:

  1. C. Marx y F. Engels, Correspondencia, pág. 75, Ed Cartago, Buenos Aires, 1957.
  2. C. Marx, Prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política, en Marx/Engels, Obras Escogidas, t. I, pág. 332, Ed. Lenguas Extranjeras, Moscú, 1951.
  3. C. Marx y F. Engels, Correspondencia acerca de ‘‘El Capital’’, pág. 111, Ed. rusa, Moscú, 1948.
  4. C. Marx, El Capital, t. I, pág. 14, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1956.
  5. C. Marx, El Capital, t. I, pág. 14, Ed. cit.
  6. C. Marx y F. Engels, Correspondencia, pág. 161, Ed. cit.
  7. C. Marx y F. Engels, Correspondencia, págs. 321 y 322, Ed. cit.
  8. V. I. Lenin, Cuadernos Filosóficos, pág. 66, Ed. rusa, Moscú, 1947.
  9. C. Marx, El Capital, t. I, págs. 14 y 15, Ed. cit. 20
  10. Die Neue Gesellschaft, 1957, II, Nº 112.