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Poemas de Raúl González Tuñón

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ARTE

Poemas de Raúl González Tuñón

14/08/2024
12 min.

I. Introducción

Tal día como hoy hace 50 años moría el poeta argentino Raúl González Tuñón, militante comunista desde su juventud hasta su muerte. Nacido en el seno de una familia obrera de inmigrantes españoles, publica sus primeros poemas a finales de 1922, con tan solo 17 años de edad. En 1933 funda la revista Contra, donde publica su poema «Las brigadas de choque», que incluimos en la antología a continuación, a raíz del cual lo detienen por incitación a la rebelión, pero tras una campaña internacional de denuncia por parte de sus compañeros de profesión queda libre.

En 1934 se traslada a España y es allí donde escribe su poemario La Rosa Blindada en homenaje a la revolución de Asturias. En Madrid entabló amistad con poetas como Miguel Hernández, Federico García Lorca o Pablo Neruda. Durante la guerra civil española, Tuñón trabajó como corresponsal del diario Crítica, y participó en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura celebrado en Valencia en 1937.

Creemos que, para comprender su visión como artista, como militante, su concepción de la poesía, lo mejor que podemos hacer es dejar que él mismo nos lo explique:

Si alguien me preguntara ¿qué es la poesía? no tendría más remedio que contestar: La poesía es la poesía, más el mundo, más el hombre, más el poeta, más la poesía. Si alguien me preguntara qué es un poema, contestaría: Hasta el leader de la llamada «neutralidad» ha dicho que un poema que no contenga nada más que poesía no es un poema. He citado una frase de Valery.

Participé en los movimientos literarios de vanguardia y, sobre todo, el surrealismo contó con mi entusiasmo firme. Fue una manera de evadirse y volver a la multitud, de ganar la calle, de ejercitar valentía, de confesarse, de equivocarse, de reivindicar valores olvidados por la burguesía, de volver a imponer el gesto poético sobre lo prohibido, de ejercitar valentía, repito, para entrar luego de lleno –los que supimos hacerlo– en el drama del hombre y su esperanza, en los anhelos del hombre, en su destino «sobre la tierra». Por eso puedo decir ahora con Day Lewis que la revolución en la literatura comenzó pero sin una revolución social será fácil y sin trascendencia.

Me parece que ahora hay que hacer poesía revolucionaria. Esto no quiere decir que los demás poetas, si son poetas, dejen de serlo al no sentir la necesidad de expresarse revolucionariamente, en el sentido de la propaganda. Lo que exigimos de ellos es una actitud antifascista concreta, porque el fascismo es el enemigo de la cultura y del arte, tanto como de la dignidad humana. Me parece también que hay que aclarar cuando se habla del llamado artepurismo. Hay dos grupos en esta tendencia: por un lado están los «puros», los deshumanizados, los nuevos retóricos, cuya obra, abundante en amorcillos, metáfora por la metáfora, discos conocidos, cursilería al revés, tragedias personales sin hondo valor humano, no interesa, no es arte; es subarte, apenas, y por otro lado aquellos que barajan en sus poemas elementos calientes, que hacen, no una obra revolucionaria, pero una obra viva, llena de tierra y llanto, cubierta de raíces y de sangre. La posición de estos últimos será discutible desde el punto de vista nuestro, pero es humana y seria. Por otra parte los escritores que no sientan el tema revolucionario serán arrastrados a él tarde o temprano por imperativo de su conciencia misma de artistas. Pensemos en Alejandro Blok. El antiguo poeta puro, el antiguo habitué del Reposo de los Comediantes y el Albergue de los Perros Perdidos se vio, en 1918, frente a la revolución. «En sus poemas –dice Goriely– demostró que hay épocas en que la vida deviene superior a toda poesía, en las que es necesario escribir con simplicidad para llegar a los hombres y aclararles el profundo sentido de los acontecimientos históricos que ellos viven».

Creo que el de poeta es un gran oficio. (Mientras en los países burgueses los poetas son postergados y despreciados por las clases dirigentes, en Rusia [en la URSS] reciben a Pasternak en las fábricas y los koljoses con músicas y flores.) Me gusta charlar en cualquier mesa –si delante de una copa de vino, mejor– sobre temas, secretos, hallazgos, desdichas, felicidades, cosas de la poesía y de los poetas. Pero también me gusta estar listo para cuando haya que disparar sobre alguien con un poema o con lo que sea.

Arturo Rimbaud fue la poesía, la gran aventura poética, pero en cierto momento gritó: «¡Cambiad la vida!».

***

En su homenaje, publicamos esta pequeña selección de siete poemas. Los tres primeros forman parte de La Rosa Blindada: «Recuerdo de Manuel Tuñón», que habla de su abuelo, inmigrante asturiano en la Argentina, obrero del bronce, que lo introdujo al socialismo; «La libertaria», en homenaje a la militante comunista Aída Lafuente, la Rosa Roja de Asturias, muerta en combate durante la revolución de octubre de 1934; y «La muerte del Roxu», sobre el fusilamiento de un obrero asturiano.

Los poemas «Cementerio proletario (1)» y «El entierro de Barbusse» –este último en homenaje al escritor francés, también militante comunista, Henri Barbusse, muerto en 1935 por una neumonía– forman parte de los «otros poemas revolucionarios» incluidos en La Rosa Blindada.

Finalmente, incluimos «El noy del sucre», poema dedicado a Salvador Seguí, uno de los dirigentes históricos de la CNT, asesinado por un pistolero en el barrio del Raval en Barcelona en 1923, y cerramos esta antología con el poema «Las brigadas de choque», el más largo de todos, pero que consideramos fundamental para entender su poesía, y que fue el que le valió la cárcel allá en 1933.

«A nosotros la poesía»

Recuerdo de Manuel Tuñón

Era un obrero del bronce
aquel que en Mieres nació.
Fuese a América con barba
pero allá se la quitó.

Tenía yo nueve años
cuando un día me llevó
por entre los sobresaltos
de una manifestación.

Así nací al socialismo,
así comunista soy,
así sería si viviera
mi abuelo Manuel Tuñón.

En la Antigua Casa Snokel
treinta años trabajó.
Algo dejó que aún late
además de su reloj.

Solía beber vino en bota
como ahora lo hago yo.
Un día dejó la fábrica
y al otro día murió.

Por la Antigua Casa Snokel
pienso cuando paso yo
¡pena grande que no viva
mi abuelo Manuel Tuñón!

Pena grande que no viva
para verla como yo
a Asturias en pie de sangre
para la revolución.

La libertaria

Puede escucharse este poema, recitado por el propio Tuñón en 1967, aquí. 1

Estaba toda manchada de sangre,
estaba toda matando a los guardias,
estaba toda manchada de barro,
estaba toda manchada de cielo,
estaba toda manchada de España.

Ven catalán jornalero a su entierro,
ven campesino andaluz a su entierro,
ven a su entierro yuntero extremeño,
ven a su entierro pescador gallego,
ven leñador vizcaíno a su entierro,
ven labrador castellano a su entierro,
no dejéis solo al minero asturiano.

Ven, porque estaba manchada de España,
ven, porque era la novia de Octubre,
ven, porque era la rosa de Octubre,
ven, porque era la novia de España.

No dejéis sola su tumba del campo
donde se mezcla el carbón y la sangre,
florezca siempre la flor de su sangre
sobre su cuerpo vestido de rojo,
no dejéis sola su tumba del aire.

Cuando desfilan los guardias de asalto,
cuando el obispo revista las tropas,
cuando el verdugo tortura al minero,
ella, agitando su túnica roja
quiere salir de la tumba del viento,
quiere salir y llamaros hermanos
y renovaros valor y esperanza
y recordaros la fecha de Octubre
cuando caían las frutas de acero
y estaba toda manchada de España
y estaba toda la novia de Octubre
y estaba toda la rosa de Octubre
y estaba toda la novia de España.

La muerte del Roxu

A León Felipe

Sobre riachuelos de sangre
y cadáveres desiertos
voy a hablar con los soldados
porque son hermanos nuestros.

Entre ventanas cerradas
entre sótanos despiertos,
entre grillos calcinados,
entre pájaros resecos,

entre coágulos de lágrimas,
entre encajonados vientos,
voy a hablar con los soldados
porque son hermanos nuestros.

Sobre lunas mancilladas,
sobre reventados pechos,
sobre tibias cucarachas,
sobre serpientes de acero,

sobre pinos lastimados,
sobre mutilados sexos,
voy a hablar con los soldados
porque son hermanos nuestros.

El «Roxu» llegó al cuartel
más de fervor que de hueso,
azules ojos celtíberos
y canciones de los puertos.

Resabios de un viaje a América,
oh, corazón desenvuelto.
Color perdido en la mina
y recobrado en el fuego.

El «Roxu» llegó al cuartel
y ocho fusiles pusieron
ocho condecoraciones
de sangre sobre su pecho.

La sangre cayó a la tierra
de la cuenca de su pecho.
La tierra se fecundó
con la sangre del minero.

Como era tierra de Asturias
entre sus granos nacieron
miles de puños cerrados
y corazones abiertos.

Cementerio proletario (1)

No, no vengáis a oír canciones por canciones.
La cueva de Altamira queda lejos.
No, no vengáis a ver la gloriosa tumba
en donde yace la vieja poesía.
Venid a ver mejor el río en donde nace la amapola de sangre.

No, no vengáis a ver la gloriosa tumba.
El musgo es lo más bello de la estatua.
En sus alrededores el barrio obrero vive,
la tormenta del humo, el andamio y el topo,
las ferias ambulantes, los sexos angustiados,
«Bal du Printemps» con acordeón a piano,
escudilla de patatas, alcantarilla y oso de gitano
y las fugaces novias de los recodos.

En las esquinas ramos de hierro retorcido
crecen las delirantes azucenas del gas.
Detrás del muro la activa muerte, el polvo vuelto al polvo,
el matemático movimiento,
las vereditas grises de la muerte,
las rodillas podridas de la muerte.

Venid a ver mejor el paredón con sangre,
el ejemplar suburbio de la muerte,
los tambores terribles de la sangre,
el barrio en donde nacen las manifestaciones.
Venid mejor a ver la amapola de sangre.

Escuchad en la noche los vómitos del miedo.

Los filósofos roncan, la filatelia gruñe,
de los techos del sueño se arrojan las muñecas,
y más lejos se agitan los teatros, el garito, la coima,
el veraneo, el soborno
y los perros lanudos que pasan en los autos silenciosos.

Pero en el barrio obrero la sangre sobre el muro
y los fusiles bajo los colchones.

¡No comprendemos! no queremos el órgano,
la paloma cabal, el ajustado ritmo,
las voces que bendice la digestión burguesa.
Aquí están nuestros muertos.
Escuchemos los tambores del hueso,
el trueno ardiente de la ceniza,
el tam-tam de la sangre del cementerio proletario.
Un río rojo desborda, no se ve sino rojo.

Cada uno de esos muertos es mi padre.

Y un viento de banderas.

Entierro de Barbusse

Un viento de banderas.
Un viento rojo de banderas rojas,
un viento de banderas,
un viento de banderas primaveras,
un viento de banderas,
un viento de banderas mariposas.

Y tus cenizas llamas,
tus cenizas estrellas,
un viento de banderas,
un viento vuela y pasa.

Adiós a tus cabellos que caían
sobre la frente, a tus manos en hueso,
a tu figura desgarbada,
al lento relato de tu voz,
a tu mirada silenciosa y antigua.
Un viento de banderas.

La pasión, el fervor y la aventura.
El primer combatiente en nuestra guerra
contra la guerra,
contra el fascismo,
contra la burguesía. El primero.
Un viento de banderas.

No te lloramos.
El sentimentalismo no cuenta.
No lloremos la irremediable muerte,
la lógica caída a la ceniza,
el viraje al gusano.
No te lloramos pero te lloramos.
Un viento de banderas.

Te lloramos como a un combatiente,
como el mejor que se nos va.
Soñabas mediodías apacibles
con hules y manzanas y persianas.
Doblado, fatigado, aún seguías al frente
de las tropas de choque del pensamiento revolucionario.

Un viento de banderas golondrinas.

Aun seguías al frente luchando por los hombres,
por la emancipación del escritor, del campesino y del obrero.
Adiós, viejo Barbusse, cher camarade.

Un viento de banderas aeroplanos.

25 muchachas
llevaban tus 25 libros como espadas.
Miles de niños
seguían la carroza florecida.
Detrás, los mutilados.

Y un viento de banderas.

El noy del sucre

Ágiles dedos en el gatillo –en Barcelona como en Chicago–
a la salida de los talleres y en los locales, rey de la zona,
música, fuego sobre los cascos, ángel metralla,
en las tabernas, en las tribunas, en las imprentas de Barcelona.
Vago ideario pero la sangre justa y ansiosa,
firme el deseo de abrir caminos, humanos fueros,
visera abajo, solapa arriba, mano al bolsillo como Angiolillo
los pistoleros, los pistoleros, los pistoleros.
Rosa la daga, estrella el caño, listo el gatillo
sobre las Ramblas llenas de pájaros y de esquiroles
–la del Asalto, la de Fernanda y el Paralelo–
con los revólveres siempre adelante, siempre adelante con los faroles.
Quema la mecha desde la esquina que va a la bomba
–otras palpitan sístole diástole su tiqui-tac–
son corazones cuando golpean, cuando revientan,
revientan vientres, revientan fajos, revientan frac.
Encrucijadas acogedoras, luces pequeñas
sobre prostíbulos y sobre vírgenes, las grises moles
abre poternas para albergarlos y ya están rígidos
los esquiroles, los esquiroles, los esquiroles.

A la salida de la mazmorra diez escopetas
hicieron fuego sobre el angélico pistolero.
¡Oh, Noy del Sucre, ya está dormido bajo la tierra!
Pero perduran los resplandores del tiroteo.
Son sus hermanos solapa arriba, visera abajo
en los talleres, en las esquinas, en las tabernas de Barcelona.
El Noy del Sucre ya está hace tiempo seco en su saco
¡y todavía, Rubén Darío, en Barcelona la bomba sona!

Las Brigadas de Choque

…«por el aniquilamiento total de esta burguesía».
ARAGON

I

Primero fue la toma de la tierra
por la hembra y por el varón.
Después vino la tristeza
de la civilización.
Primero fue el campo libre, el cielo libre,
el mar libre, la libre unión.
Después las malas leyes del Hombre
que hicieron las malas leyes de Dios.
Hoy, como el cura loco de Kent
me pregunto yo:
«Cuando Eva hilaba y Adán araba
¿QUIÉN HACÍA EL SEÑOR?».

II

No pretendo realizar únicamente el poema político.
No pretendo que mis camaradas poetas
sigan por este camino.
Que cada uno cultive en su intimidad el Dios que quiera.
Pero reclamo de cada uno la actitud revolucionaria
frente a la vida.
Pero reclamo el puño cerrado
frente a la burguesía.
¡He reconquistado el fervor y tengo algo que decir!
Se llama «brigadas de choque» a las vanguardias
de los obreros especializados.
En la URSS, nombre caro a nuestro espíritu.
Formemos nosotros, cerca ya del alba molinera,
las brigadas de choque de la Poesía.
Demos a la dialéctica materialista el vuelo lírico
de nuestra fantasía.
¡Especialicémonos en el romanticismo de la revolución!

III

Mi voz para cantar y para ladrar, mi voz
para degollarse en las veletas enloquecidas,
mi voz para gritar, aullar, mi voz para subir
única digna enredadera–
y asustar a los burgueses desprevenidos por la boca
de los albañales.
Mi voz para decir el antipoema
en la esquina de las fábricas,
a la salida de las costureras,
en las puertas falsas de los teatros,
en los fondos de los talleres,
en las poternas de la civilización burguesa
–al gran castillo vacilante.
Los Movietones ahogan también ladridos, rugidos, aullidos
–ocultan las manifestaciones apaleadas
–los nazis violando a las hijas de los judíos
–los policemen atajando la marcha de los tejedores
–la «generalidad» cargando sobre los sindicalistas
–la gendarmería rodeando de cinturones de fuego
a los socios del John Reed Club
–los gases lacrimógenos de la policía de Buenos Aires
disolviendo mítines en los portones
de los frigoríficos extranjeros
y Nicolás Repetto – Bueno, gracias
y José Nicolás Matienzo cuidando la Constitución
como si la Constitución fuera una hembra
–sí, la constitución es una hembra en estado de descomposición
y nosotros, únicamente nosotros los comunistas, auténtica,
legítimamente nos reímos de esa constitución burguesa
y de la democracia burguesa
pero no de la democracia que proclamamos
porque nosotros queremos la dictadura
pero la dictadura que asegurará la verdadera libertad
de mañana.
Nosotros contra la democracia burguesa
contra
contra
contra la demagogia burguesa,
contra la pedagogía burguesa,
contra la academia burguesa.
Contra
contra
contra el fascismo super expresión del capitalismo desesperado.
Contra la masturbación poética,
contra los famosos salvadores de América
–Palacios, Vasconcellos, Haya de la Torre–
Contra
contra
contra las ligas patrióticas y las inútiles
sociedades de autores, escritores, envenenadores.
Contra los que pintan, ¡todavía! cuadros para los burgueses,
contra los que escriben ¡todavía! libros para los burgueses.
Contra
contra
contra las putas espías de Orden Político.
Contra los socialfascistas tipo Federico Pinedo.
Contra el radicalismo embaucador de masas
–fuente de fascismo–
dopado con el incienso de vagas palabras
–sufragio libre, democracia, libertad–
ellos, los masacradores de la Semana de Enero,
ellos, los metralleros de Santa Cruz.
Contra
contra
–nosotros contra la moral tipo «La Prensa»
«el elefante enfermo de la Avenida de Mayo».
–y el largo bostezo de sus editoriales–.
Contra las famosas mujeres de América,
contra las sedicentes obras de tesis,
contra la teosofía onanismo del espíritu,
contra el anarquismo sentimental y claudicador.
Contra
contra
contra el criollismo inexistente y sin matices,
contra el folklore pueril y falso,
contra el francesismo servil,
contra las visitas tipo Keiyserling, Morand, Tagore,
contra
contra
contra los becados,
contra los niños prodigios del confusionismo canalla
de South América.

¡Contemos a los niños la historia de Lenin!
¡Contra la vedette!
Contra los mesías y los héroes
y toda la roña burguesa
—agiotistas,
rentistas
invertidos
especuladores
caudillos
musicantes
saineteros
plumímeros
gendarmes
jueces
abogados
intelectuales.

La muerte del obrero Hevia pasó desapercibida para vosotros, canallas.
Ni siquiera entregasteis el cadáver mutilado a la familia.
Un centenar de policías siguió al coche que llevaba la caja
de pino.
¡Os entregamos ese cadáver!
¡Os ofrecemos nuestros cadáveres!
Sobre nuestros cadáveres los camaradas de mañana
construirán la nueva Argentina en el alba molinera
de obreros, soldados, campesinos y artistas.
¡Os regalamos todo!
¡No leáis nuestros libros!
¡No nos enviéis a Europa!
¡No nos brindéis la limosna de los premios municipales!
¡AI carajo con vuestra comprensión y vuestra generosidad!
Nosotros estamos de vuelta al pueblo,
hartos de la cultura burguesa,
ávidos de la dialéctica materialista.
Sólo en una sociedad sin clases será posible el sueño,
lo abstracto, la intimidad con lo inverosímil y lo inventado,
con Dios y con los otros mundos.
Nosotros estamos de vuelta al pueblo
y ya oímos las detonaciones que mañana
os coserán contra las paredes.
¡Guerra a la clase dominante!
¡Dictadura para asegurarnos la libertad!
– la higiene
la comodidad
el club
la libre unión de los enamorados
el trabajo liberador
la máquina redimida
el arte puro de una sociedad sin clases.

IV

Otros amigos tomaron otros rumbos.
El tiempo espera.
Todo yo soy actitudes pero ningún orgullo me maltrata.
Tengo algo de muchedumbre
cuando grito y cuando canto.
Voy a meterme en las grandes mareas de los cines,
las fábricas y los subterráneos.
Lamento no haber sido lo que se dice un «subversivo auténtico».
Lamento haber perdido tantos años
en los periódicos
aunque les agradezco los aviones, los trenes y los barcos
que me dieron.
Vuelvo a la vida que me reconoce.
El hambre y el sueño son mis viejos amigos.
A devorar los libros afiebrados en las vigilias
del invierno.
Y por las mañanas
a recorrer los parques y las plazas
y contar las chimeneas.

Una columna de pueblo viene hacia mí.
Llevan carteles alusivos y cantan
«La Internacional».
…Arriba los pobres del mundo
de pie los esclavos sin pan…
¡El viejo canto me reconoce!
Yo me voy con mis hermanos.
Son las tres de la tarde de un Primero de Mayo.
Hace más de medio siglo
colgaron a unos camaradas.
Nosotros nunca los olvidaremos,
Ah, hoy es Primero de Mayo.
Hoy cumple años nuestro antiguo dolor.
No, hoy no es un día de fiesta.
Pero hemos aprendido a cantar
y después de los cantos vendrán las balas.

V

Esta es la canción del Plan de los Cinco Años.
Lenin lo dejó trazado junto a su gorra oscura.
El lienzo rojo de su memoria.
Una de las cosas en que consiste el Plan de los Cinco Años
es el sistema colectivista de la industria.
Desde Octubre de 1928 comenzó a extenderse a las campañas
en la inmensa Rusia,
saliendo de las grandes ciudades en donde ya existía
un nivel de dolor y de cultura.
Expropiando las posesiones de los ricos agricultores,
repartiendo entre todos la veterana tierra generosa,
recogiendo los frutos para todos,
será el primer gran paso hacia la conquista
del comunismo de Lenin.
Después nos ocuparemos de Dios.
Ahora nos interesa combatir su política.
(Esto no es un poema, es casi una «experiencia»).
Las colonias agrícolas comunistas reemplazan a los grandes
y a los pequeños feudos burgueses.
Ya no hay que levantar catedrales, mucho fervor gastado.
Ahora hay que levantar usinas, mucho fervor por gastar.
¡Abajo la inteligencia burguesa!
Es tiempo de ocuparse del hombre.

Nicolás Lenin ha muerto y su herencia es el Volga,
el Kara
el Duina
el Onega
el Péchora
el Vístula
el Ural
el Don.
Una herencia de ríos. Nicolás Lenin ha muerto y su herencia es el Cáucaso,
los Urales
las mesetas del Valdai
las colinas del Volga
Una herencia de montañas.
Nicolás Lenin ha muerto y su herencia es el cobre
el hierro
la hulla
el petróleo
el oro.
Pero sobre todo su herencia es la tierra,
humana, tierna, fecunda,
nuestro nacimiento, nuestra vida, nuestra sepultura,
nuestra resurrección,
He aquí la canción del Plan de los Cinco Años.

VI

Devoraba las noticias del día con el sandwich de milanesa.
Las consecuencias del temblor que duró treinta segundos
son funestas para una vasta región.
Durante la noche permaneció estacionario el nivel de las aguas del Sena.
400 obreros sepultados en un túnel.
Las viudas lloran en la boca del día…
Casas, puentes y vías férreas desaparecieron a causa del terremoto.
Se asegura que Blucher es un genio militar y organizador de gran estilo.
¡Marchan sobre el mundo los soldados rojos!
¡Queremos la repartición de la tierra!
Desconocemos la propiedad privada y la ley de herencia
y desde esta hora todo aquel que no trabaje no comerá.

Los agentes secretos de seis potencias burguesas
se han arrojado al río Moscowa.
Un día existieron Cartago y Babilonia
y un día fue poderoso el Egipto.
Los mercaderes venecianos llegaban hasta Persia
y los persas atravesaban los canales.
Los fenicios navegaban trocando estatuillas de barro
por montones de trigo.
(Los desacreditados fenicios que llevaron a Grecia
la preocupación del arte.)
Catón repitió veinte veces en Roma: «Tenemos que destruir a Cartago».
¡Tenemos que destruir!, el grito se repite en la historia.
Pero los camaradas de Moscú han abierto otro camino
y la historia se desvía.
Les habían prohibido el aceite y la lámpara, la tinta y la palabra
y ellos vencieron.
Sólo es bello el horizonte cuando recorta miles de camisas obreras.
Existen Buenos Aires y San Pablo pero sus hombres comienzan a ver.
Yo presiento la marcha sobre Europa de un ejército rojo.
Pasa sobre el teatro de marionetas de Ginebra, sobre París que engorda y envilece.

Horcas afiladas están meditando junto a un horizonte de humo y de sangre.
Cristo signa en la estridencia de las usinas
la última cruz, final e inexorable.

VII

No importa que yo ame los puertos y los circos
y la dorada y alevosa flor de la aventura
y el vino y la guerra.
Como Ernesto Psíchari yo amo la guerra
pero cuando la guerra trae la revolución.
¿Sabes ya que los cuervos vuelan sobre los valles
anunciando la peste?
Yo había visto algunos dibujados en los afiches de las ciudades.
Era un niño olfateando la sangre de la guerra,
de la guerra que trajo la revolución.
«Pour les français dans les territoires ocupées»
—colocados especialmente por la Legación—.
Los cuervos eran los alemanes.
Oh, amigos y cómo es de tranquilo el vuelo de los cuervos.
Qué serenidad bajo la campana del cielo.
Pero cuando se acercan sus picos son horribles,
sus ojos asquerosos y sus garras tremendas.
Los social-demócratas, los católicos, los nacionalistas,
tienen también el vuelo de los cuervos.
Cerca de ellos, hay que destrozarlos con un tiro de escopeta.
Porque ellos anuncian y provocan la peste en la tierra.

VIII

Hablemos de esta ciudad sucia como su río.
Aquí todo está prohibido.
Y a la vuelta de cada esquina nos deja solos
y en su cuadrilátero estúpido y aburrido
prevalece la absurda confitura del Pasaje Barolo
y la mentalidad seminarista de José Luis Cantilo.
Buenos Aires no vale la pena de que le cante
ni siquiera con versos airados.
Siempre se quedará con los Echagüe,
los Capdevila y los Obligado.
Esta ciudad me ha llamado canallita y vicioso
porque quise darle color,
porque anduve por ahí desparramando mi indudable fervor,
porque bajé la luna hasta sus calles monótonas
para alumbrarlas mejor;
porque a la compañía de los horteras
preferí la de vagos y bandidos,
porque a veces anduve con un traje rotoso
y estragué mi estómago en el sórdido Puchero Misterioso.
Esta ciudad de ¡siembre alegría! en el lánguido carnaval,
esta ciudad fustigada en sus flancos
por la Legión Cívica y el Klan Radical.
Esta ciudad de Irigoyen y Uriburu
super calamidad de la semicolonia South América
que nunca ha dado un bandido perfecto
ni un gran poeta.
Esta ciudad cuyos cines apestan
a escribanos públicos, a prostitutas viejas,
y a mujeres que ni tienen capacidad de pecado.
Esta ciudad que todavía respeta un título de abogado.

Ciudad de bebedores de agua,
de donde Barret emigró por asco,
en donde Eugenio O’Neil trabajó de peón,
en donde Guiraldes fue escarnecido,
en donde Calou murió malogrado
y Carriego empequeñecido.
Y en cuya Universidad
esquina pedagógica de la vulgaridad
se gesta la turba de rastas y logreros
patota miserable y grandilocuente
que después va a llenar la pampa
de alambrados y de alcahuetes.

No tenemos nada, no hemos creado, no hemos construido,
nada fue posible en este campamento podrido.
Hemos quedado solos con un montón de versos,
angustiosos y perversos
porque la leche de Buenos Aires fue así de mala.
Sucia como su río,
agria como su alma.

El tango es una cobardía.
Sombrío, ronco y gangoso,
«oliendo a china en zapatillas y a macho perezoso».
Es un ángel oscuro que pudo haber volado.
Es la otra luna de la literatura, es pesimista, compasivo y trágico.

IX

De aquí a Francia te extiendo mi mano Aragón.
De aquí a Chile te extiendo mi mano Huidobro.
De aquí a Nueva York, John dos Passos, te extiendo mi mano.
Esperemos al poeta que sea «la garganta del siglo»,
y sepa también «de su cólera y de su destino».

¡Preparémonos para tirar!
Contra los museos, las universidades,
la prensa paquidermo,
la radiotelefonía,
la academia, el teatro y el deporte burgués.
¡Preparémonos para tirar
y acertar esta vez!

Contra en la casa
Contra en el mar
Contra en la calle
Contra en el bar
Contra en el campo
Contra en la montaña
…Para abatir al imperialismo.
…Por una conciencia revolucionaria
—y aquí nosotros contra la histeria fascista,
contra la confusión radical,
contra el socialismo tibio.
Contra
contra
estar contra
sistemáticamente contra
contra
Yo arrojo este poema violento y quebrado
contra el rostro de la burguesía.

Notas:

  1. Puede escucharse este poema, recitado por el propio Tuñón en 1967, aquí.