Artículo liberado del «Número 2 de PARA LA VOZ: El materialismo militante de Lenin e Iliénkov». Puede adquirirse el número en físico escribiendo a contacto@paralavoz.com
Cien años después de la muerte de Lenin, el socialismo parece más que nunca una lejana utopía fuera del alcance de nuestras manos, atrapados en un mundo de relaciones sociales fragmentadas y enfrentadas a sí mismas de forma violenta e irracional. El ardiente corazón de Lenin latió por última vez con la llegada de un mundo nuevo, en el que comenzaba a cobrar auténtico sentido la palabra humanidad. La primera generación que nacía en la nueva república de los trabajadores estaba destinada a la titánica tarea de enfrentarse a la construcción de una nueva sociedad sin clases. En este contexto nació Évald Vasílievich Iliénkov un 18 de febrero de 1924, tan solo un mes después de la muerte del dirigente bolchevique.
La generación de revolucionarios a la que perteneció Lenin hizo frente a las fuerzas zaristas en las condiciones de la más dura clandestinidad y logró poner en práctica el internacionalismo proletario al volver las armas contra las clases dirigentes durante el gobierno burgués de Kérenski. Mientras que la generación de Iliénkov tuvo que enfrentarse a las inmensas dificultades que la construcción del socialismo exigía, y fue su generación la que salvó al mundo del trabajo de la amenaza nazi-fascista al acabar con sus ejércitos en el frente de batalla.
En nuestro siglo, una nueva generación de militantes revolucionarios nos vemos obligados a partir de la mayor y más dolorosa derrota que nuestro movimiento ha vivido jamás; una derrota a partir de la cual la clase obrera se ha dejado de reconocer a sí misma, y ha olvidado su historia y su potencial revolucionario. Recuperar el hilo rojo de la historia se convierte, así, en una de las tareas imprescindibles que se nos presenta en el camino.
Hoy vivimos los tiempos tempestuosos de un mundo en el que crecen las oscuras nubes de una gran crisis capitalista de dimensiones no solo económicas, sino también políticas y militares. Tras una prometida paz perpetua, una guerra imperialista de desenlace incierto se cierne sobre Europa y amenaza con adquirir dimensiones continentales. Aumentan los presupuestos militares y los grandes capitales transnacionales celebran o ignoran deliberadamente el despiadado genocidio que sufre el pueblo palestino. Las fuerzas conservadoras y reaccionarias se extienden rápidamente, y los discursos de odio y el racismo se asientan en el imaginario colectivo. Las pugnas monopolistas despiertan viejas rencillas y mitos nacionales que se habían mantenido ocultos por tanto tiempo. Las contradicciones que el modo de producción capitalista, en su fase imperialista, acentúa de forma descarnada nos conducen a esta situación y a su progresivo empeoramiento.
Pero esta agudización de las contradicciones capitalistas posee un elemento esperanzador: de forma incipiente, cada vez más trabajadores son atraídos por el marxismo y por las organizaciones revolucionarias; la heroica lucha del pueblo palestino por su liberación gana la simpatía de millones de trabajadores y estudiantes de todo el mundo que entretejen formas embrionarias de internacionalismo proletario; cada vez más sectores de la clase obrera, en fin, empiezan a reconocer sus intereses inmediatos e históricos y se plantean la necesidad de retomar sus herramientas económicas y políticas de lucha.
En este contexto, es prioritario reivindicar y popularizar no solo las obras, sino también el espíritu militante de Lenin y de Iliénkov para el desarrollo teórico, político y organizativo de la lucha revolucionaria de la clase obrera, y es con este mismo espíritu con el que dedicamos el número 2 de PARA LA VOZ al estudio de su legado.
Empezamos con la recuperación del artículo «La literatura predilecta de Lenin», escrito por la dirigente bolchevique Nadezhda Krúpskaya, quien también fue la compañera de Lenin. El artículo presenta una imagen cercana e íntima del líder bolchevique, nos habla de sus intereses literarios y muestra un aspecto humano y poco conocido del que, al mismo tiempo, fue uno de los revolucionarios más implacables de nuestro tiempo.
Seguimos con el artículo «El concepto de comunismo en Lenin e Iliénkov», en el que, a través de los escritos de Lenin posteriores al triunfo de la revolución de Octubre, y de los escritos de Iliénkov en la Unión Soviética, se realiza un estudio sistemático sobre la concepción leninista del socialismo y la dictadura del proletariado.
Continuamos con una «Entrevista a Ediciones Edithor, pioneros en la traducción de Iliénkov». Se trata de una editorial nacida en Ecuador hace ya más de 20 años con la que mantenemos estrechas relaciones de camaradería y amistad, y que ha dedicado grandes esfuerzos a traducir al español las obras de muchos pensadores soviéticos, entre los cuales se destacan Mijaíl Lifschitz y Évald Iliénkov.
En «Gorki y Lenin: postales de una amistad comunista», se repasan, a través de pequeñas postales, algunas de las fechas, anécdotas y encontronazos de las biografías entrelazadas de dos grandes figuras de nuestra historia: el padre del realismo socialista y el principal dirigente de la revolución soviética.
El artículo «Fetichismo, reproducción ideológica y conciencia comunista: un estudio de lo ideal», expone la concepción marxista de lo ideal y, partiendo de ella, estudia cómo se producen y reproducen las formas ideales fetichistas que legitiman la existencia del modo de producción del cual ellas brotan.
Posteriormente, publicamos la traducción inédita de cuatro «Cartas desde el frente» escritas por Iliénkov a su novia cuando él, como subteniente de artillería, avanzaba en la contraofensiva hacia Berlín liderando un pequeño pelotón de tanques.
En «La personalidad más allá de la máquina» se hace un recorrido histórico de las metáforas de la mente y la vinculación que estas han tenido con los modos de producción de los cuales surgen y a los cuales legitiman. Llega, así, al presente, con una crítica mordaz a los intentos de reducir la mente humana a algo similar a una computadora.
Cerramos este número con el artículo «El leninismo y la crítica artística» de Mijaíl Lifschitz, célebre pensador soviético especializado en arte y estética, y gran amigo de Györg Lukács y Évald Iliénkov. Lifschitz expone aquí una profunda crítica a las concepciones vulgares de la literatura y defiende una visión leninista de la misma.
Por último, acompaña a este número la publicación de una carta escrita por Iliénkov en 1974 a su joven amigo y alumno sordociego Alexander Suvórov, en la que expresa varias reflexiones sobre la conciencia e insufla esperanzas contra el desánimo existencialista. Sirva de contexto que Suvórov, en su infancia en los años sesenta, había sido uno de los niños soviéticos participantes en el proyecto liderado por el psicólogo Alexander Mescheryakov, en el que el propio Iliénkov desempeñó un rol determinante. Este proyecto consistió en dotar a los niños de las habilidades necesarias para enriquecerse con las formas culturales de la sociedad, de tal manera que pudieran integrarse y contribuir al desarrollo de la misma. Suvórov fue uno de los alumnos más sobresalientes al graduarse en la facultad de psicología e incluso finalizar exitosamente un doctorado.
Con este número de PARA LA VOZ nos aproximamos al estudio de Lenin e Iliénkov desde distintos ámbitos y perspectivas, abordando algunos aspectos de sus biografías y de su pensamiento, pasando por cuestiones políticas, filosóficas y artísticas. La estética sigue siendo central para nosotros: intentamos fusionar el aspecto gráfico de la revista con su contenido, dando una nueva dimensión a la recuperación de nuestra tradición revolucionaria a través de la fotografía y el arte gráfico. Esperamos, en fin, que el lector encuentre entre estas páginas un contenido que le permita realizar una lectura crítica y constructiva, y le sirva para incorporar a su práctica militante el espíritu leninista que, en mayor o menor grado, ha guiado hasta nuestros días algunas de las batallas más fructíferas del movimiento comunista internacional.