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‘Utopías digitales’ para imaginar que en algún momento todo fue posible fuera de Silicon Valley

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POLÍTICA, HISTORIA

‘Utopías digitales’ para imaginar que en algún momento todo fue posible fuera de Silicon Valley

24/03/2023
14 min.

Si definimos la utopía como el esfuerzo por hacer factible la esperanza, como motor para la revolución, ¿es posible la existencia de vida más allá del metarrelato tecnológico?

Si nunca fue, al menos lo soñaremos, es decir, uniremos nuestras manos a otras manos y nos echaremos a andar. Si ya pasó, lo contaremos; lo rescataremos para hacerlo resurgir, más fuerte, en el presente. Si lo deseamos con todas nuestras fuerzas, ¿podremos lograrlo?, ¿estamos a tiempo de fabular, de pensar otras historias? «Pensar significa traspasar», escribe Ernst Bloch.Bloch, E. (2007), El principio esperanza, Trotta.1 Pensar es pasear: en Utopías digitales (Verso, 2023), Ekaitz Cancela pone un pie delante de otro y se echa a andar, se mueve, piensa. Pensar es, a menudo, esperar. Y la espera activa, como marca Bloch, es confiar: construir esperanza para tejer lo que viene. En definitiva, imaginar qué queremos ser cuando seamos mayores. Para ello es necesario el acto de narrar, nada menos. Explica Paul Ricoeur que el carácter común de la experiencia humana (señalado, articulado y aclarado por el acto de narrar en todas sus formas) es su carácter temporal: «Todo lo que se cuenta sucede en el tiempo, arraiga en el mismo, se desarrolla temporalmente; y lo que se desarrolla en el tiempo puede narrarse». El relato, en tanto que representación, es una reconstrucción de lo que ya no es, el presente. Mientras, el futuro es ahora, debemos narrarnos desde aquí, contarnos lo que ya llega.Ricoeur, P. (2000), Narratividad, fenomenología y hermenéutica. Análisi: quarderns de comunicació i cultura, 25, p. 189-207.2 Desquitarnos de utopías que inspiraron a «tiburones» de Silicon Valley para sus proyectos de ingeniería social capitalista e inspirarnos en prácticas exitosas de bricolaje social es un deber antes de pensar la utopía.

En el mismísimo meollo del sistema, en la parte más sustanciosa, saturada y revuelta (donde nos encontramos), un orden social donde la retórica neoliberal busca desarmar toda posibilidad de vida común, de desarrollo colectivo, de aceptación de la interdependencia a múltiples escalas,Garcés, M. (2022), Un mundo común, Bellaterra.3 afrontamos nuestro desarrollo corporal incorporado en la trama de la vida digital, tecnológica, en este caso, si se quiere, pensado con todas las posibilidades en la mano, cómo tumbar el capitalismo que parió esta contemporaneidad, ¿es posible?

I. De la dialéctica al código: formulaciones, cables oceánicos y centros de datos

En el ensayo de Cancela propone un trabajo de arqueología del pasado (aunque cercano, a un siglo vista) para traer al presente experimentos y experiencias de vida en comunidad fuera de las lógicas y de las manos de lo que ahora es, como culmen de la expresión tecnocapitalista, Silicon Valley: propuestas contrahegemónicas en las que datos y tecnología pueden no causar estragos, sino que más bien sirven para amortiguar la experiencia en este mundo (desde la perspectiva local y marginal, que es donde estas prácticas no solo surgen, sino que surgen porque tienen cabida); lugares donde acumulación incesante de los mismos datos no significa necesariamente control represivo del desarrollo de las subjetividades, donde soberanía, decisión y transparencia desbordan su significado. Utopías, al fin y al cabo. El autor, en una aclaración inicial, especifica:

Entiendo las utopías como los mecanismos de evaluación que utilizan quienes aspiran al cambio, como una fuente de entusiasmo racional sobre las expectativas posibles, como el motor para una acción revolucionaria seria en tanto que trata de provocar la ruptura de una estructura de poder existente. […] Las utopías son recuerdos, constelaciones sobre los caminos nunca transitados. Son, también, la materia prima de las alternativas.

Sigue el autor ofreciendo su definición base para el resto del texto. Las utopías, afirma

ofrecen herramientas casi arqueológicas para analizar y decidir, información preñada de enseñanzas casi nunca descubiertas, reaprendidas, o implementadas a escala. Finalmente, sin las tecnologías digitales las utopías nunca más serían. Y viceversa. Facilitan sistemas complejos que permiten a cada persona ampliar su capacidad para deliberar, decidir sobre el futuro y coordinarse para alcanzarlo.

Además, las utopías estarán ahí, según se explica, cuando el fallo del sistema llegue, cuando colapse (cuando lo hagamos colapsar). En ese sentido, las utopías digitales son la búsqueda del glitch, como haría Legacy Russell en su manifiesto con respecto al control corporal del binarismo, pensar en otro futuro es pensar en el glitch del sistema, forzarlo a llegar al 404, buscar las vetas por donde poner la zancadilla. Entonces, las utopías digitales pueden ayudarse del glitch para saturar el sistema: «El glitch va sobre atravesar los bordes y llegar hasta los límites, esos mismos límites que ocupamos y tensionamos a lo largo de nuestro viaje por la autodefinición. Va sobre reclamar nuestro derecho a la complejidad y la variedad, ya sea dentro o más allá de los proverbiales márgenes».Russell, L. (2022). Feminismo Glitch: (Un manifiesto), Holobionte ediciones, p. 34.4

Ekaitz Cancela hace un repaso histórico por la experimentación y las maniobras de apropiación de los avances tecnológicos como armas de hegemonía política, acciones estratégicas, de desarrollo industrial, de diplomacia y de colonización de los espacios, para luego subrayar los acuciantes problemas microsociales pero comunes de representación y pensamiento. Los cables oceánicos que hoy llegan a las playas vascas como gruesos reproductores de ideología que conectan Europa y Estados Unidos tienen su inspiración en las prácticas coloniales de Submarine Telegraph Co. y Compañía Británica de las Indias Orientales por las que, controlando materiales y tecnologías telegráficas extendían su influencia más allá de sus fronteras.

Otros análisis que se pueden leer en el ensayo editado por Verso se pueden sintetizar de la siguiente forma:

A. Alienación discursiva.

Las ingentes cantidades de capital que mueven las denominadas Big Tech y los autodenominados emprendedores de Silicon Valley han logrado imponer una narrativa desmovilizadora donde la utopía queda desactivada políticamente porque se ha extendido que la única forma de existencia es bajo la mediación comercial. «Nuestras inseguridades existenciales, la falta de certezas sobre el futuro o la tristeza que sentimos en el día a día pueden solucionarse. Solo hace falta encontrar la aplicación adecuada en la App Store para convertirnos en seres humanos que mejoran cada día y se benefician del progreso».Cancela, E., Utopías digitales, op. cit., p. 2.5 Esto es a lo que Evgeny Morozov denomina «solucionismo tecnológico», es decir, cualquier problema intencionadamente expuesto en el mercado se puede solventar con una tecnología patentada casi al mismo tiempo, creada ad hoc. Eso y la creencia de que así será: de que una tecnología arreglará los males que amenacen en el futuro. Según Cancela, ese relato viene a persuadir de que esos problemas que tenemos y tendremos, a menudo hiperproblemas (parafraseamos la terminología de Timothy Morton), como son el cambio climático o la desigualdad estructural, son privados y que, por tanto, su remedio pasa por la individualización de las libertades.

A su vez, entender que existe una alienación en el metarrelato digital desvela parte del contenido social de la construcción de la utopía. La utopía como posibilidad se tiene que narrar, ha de ser contada, intercambiada, debe contar con la implicación del resto. De alguna forma, el autor así lo entiende. Hay una realidad social suprema, que es en la que entran en contacto los cuerpos, aunque sería imperceptible sin aprender a leerla: si no se nos presenta ante los ojos y la empalabramos. «Mi conocimiento de la vida cotidiana posee la calidad de un instrumento que se abre paso a través de una selva y, a medida que lo hace, proyecta un estrecho cono de luz sobre lo que hay inmediatamente adelante y alrededor; por todos los demás lados del sendero persiste la oscuridad».Berger, P. L., y Luckmann, T. (1968), La construcción social de la realidad, Amorrortu, pp. 63-64.6

B. Homo Davos

«Mediante mecanismos para fomentar la adicción a las aplicaciones de Silicon Valley, estas empresas han convertido los anhelos de trascendencia al capitalismo tardío en llamativas interfaces que reproducen los delirios industriales y financieros».Cancela, E., Utopías digitales, op. cit., p. 4.7 La ficción acordada de un modelo según el cual todos seríamos emprendedores creativos exacerba la posibilidad de construir otro futuro por medio de la autoidentificación saturada y los procesos de imaginación guiada.

El futuro, si es mediado por el filtro del Homo Davos, tiene un corto recorrido. La teórica Kathi WeeksWeeks, K. (2022), El problema del trabajo, Traficantes de sueños.8 señala que hay dos trampas en las que caemos a menudo al imaginar el futuro: o lo imaginamos como algo muy cercano al modelo actual (como en un progreso lineal respecto a lo que tenemos ahora), o nos basamos en el tiempo pasado, en una vuelta a algún periodo anterior de la historia. «Lamentablemente —añade Weeks en una entrevistaEntrevista a la autora en El Salto Diario, disponible aquí: https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/entrevista-kathi-weeks9— ambas maneras parecen inadecuadas en relación con cómo ocurre el cambio social, con cómo se mueve la historia». Si la imaginación está viciada, el sueño lo estará, por lo que Ernst Bloch pedirá más emoción e ilusión en el sueño. Un sueño que tienda a la esperanza y al cambio. «¡Que los sueños soñados despierto se hagan más intensos!, pues ello significa que se enriquecen justamente con la mirada serena; no en el sentido de la obstinación, sino de la clarificación».Bloch, E., El principio esperanza, op. cit., p. 2.10

C. Desfinanciar los centros de datos

Los denominados data centers están impactando afectivamente contra los cuerpos. Sin ir más lejos, aunque en el metarrelato digital se haya dado por buena la desmaterialización de las experiencias virtuales, no es así: ¿Qué hay más material que la vida y su esencia? Cuando un centro de datos llega a un lugar, el lugar queda herido: muchos de los vecinos que allí viven perderán su casa y con ello, abandonarán el centro de la ciudad. Si se trata de un pueblo, el pueblo verá sus cosechas secas y ardiendo, quizá su ganado famélico y muerto de sed, mientras, a pesar de la sequía, en estos centros de datos se impulsan acciones de atracción legislativa que usarán cientos de litros de agua para refrigerarse. El autor compara centros de datos y bases militares: los espacios (mediante la banca o empresas voraces) que se ponen a disposición de los centros informáticos están financiando, muy claramente, un tipo de internet y no otro. «Y, con ello, podríamos decir que también están automatizando la expansión de los mercados financieros hacia el resto de las áreas de nuestra vida», señala el autor.Cancela, E., Utopías digitales, op. cit., p. 27.11

II. Experiencias a retomar

En Utopías digitales hay un esfuerzo por traer al presente, desmigada y analíticamente, experiencias del pasado que pueden restablecerse, si es que existe la motivación social de ello, con, más bien, pocos medios. Su éxito, eso sí, a juicio de Ekaitz Cancela, dependerá de la involucración de los actores políticos institucionales que, a pesar de formar parte del entramado de dominación (compra de equipos, cesión de espacios públicos, inversión publicitaria), quieran formar parte de la alternativa. Es el caso de ayuntamientos, centros de investigación y, por fuerza, universidades en constante sinapsis con la práctica militante de laboratorios, centros sociales y organizaciones y movimientos populares.

Brasil y Chile como espejo utópico

Dos rescatadas (por el autor) formas de pensar la tecnología como palanca utópica ejemplifican el desarrollo de un observatorio brasileño de predicción metereológica y el experimento chileno de planificación económica:

La Gran Sequía de 1877-1879 dejó a Brasil temblando. Desde entonces, se crearon e impulsaron organismos de observación, vigilancia e información climática. El Observatorio de Río de Janeiro fomentó la primera red de observación de Brasil en 1886, incorporándose más tarde a una división del Ministerio de Agricultura y, finalmente, consolidándose como el Instituto Nacional de Meteorología de Brasil (INMET). Desde entonces, Brasil «ha sido capaz de crear un modelo científico autónomo, desde la periferia, que produce simulaciones del futuro para tomar decisiones políticas en materia climática y mantener cierta soberanía científica en el contexto internacional, cada vez más marcado por el calentamiento global».Cancela, E., Utopías digitales, op. cit., p. 142.12 Tras el esfuerzo de la Administración de Lula, en 2010, el Gobierno brasileño adquirió uno de los superordenadores más potentes del momento con el fin de mejorar las previsiones meteorológicas y las simulaciones del cambio climático.

En Chile se observa aún más claramente un proceso de imaginación tecnológica: poner en manos del pueblo (de los campesinos, los trabajadores de fábrica y los científicos) tanto la planificación como la posibilidad de cambio. Imaginar modelajes económicos para solucionar problemas. Se suele subrayar acertadamente la limitación política y temporal de la Unidad Popular de Salvador Allende, aunque que en términos utópicos es poco provechoso, sin reparar que la plataforma política del expresidente chileno puso en práctica el primer experimento del mundo de lo que se ha denominado posteriormente como «socialismo cibernético». Primero, nacionalizó industrias clave en una doble dirección: gestionar los nuevos bienes y distribuir el poder hacia «el pueblo», otorgando cierto grado de agencia. La iniciativa de Allende culminaría en la forma del Proyecto Synco (proyecto Cybersyn), desarrollado por el cibernético británico Stafford Beer:

Cybersyn fue un programa de visualización y planificación industrial apoyada en la red nacional con cientos de máquinas de télex (aún no existía Internet); trataron de hacerlo mediante la creación de modelos estadísticos, como cuenta el autor, y con un software de simulación económica (CHECHO) que mostraba información en tiempo real sobre los indicadores de producción y el estado de las cadenas de suministro (Cyberstride). Se coordinaban las fábricas, se elaboraban gráficos de producción y se respondía a situaciones de crisis.

Todo esto tendría lugar en una sala de operaciones (Opsroom) colocada en La Moneda, con avanzadas sillas diseñadas ergonómicamente e incluso una extensión para poder apoyar un vaso de whisky y un cenicero [en alusión a los vicios de Stafford Beer]. Sin utilizar papel ni lápiz, solamente cinco botones para observar las visualizaciones creadas a partir de los feeds de información sobre el estado de la economía, Allende y los gestores del gobierno se sentarían a gestionar el país y, quizá, en algún momento esas salas podrían extenderse a todas las fábricas controladas por los trabajadores para que estos pudieran tomar decisiones en tiempo real aprovechando todo el potencial de la tecnología existenteIbíd., p. 142-145. Para más información, Evgeny Morozov publicará próximamente una enciclopedia (digital) sobre el asunto.13.

III. Como conclusión: la agitación crítica de la imaginación

En este ensayo, Cancela también recorre la problemática china (y la cuestión del crédito social), la pérdida de hegemonía tecnológica alemana (y de su rol cuando aún era República Democrática Alemana), la tromboembolia globalista, utilizando los términos del autor, la microelectrónica como elemento de análisis macropolítico, el ethos neoliberal o la sociedad del espectáculo de Elon Musk. Dedica una sosegada pero dura crítica al proyecto quincemayista y recupera algunos aprendizajes de la Barcelona tecnológica. ¿Es posible soñar con un futuro tecnológico distinto?

Bloch traza, plegado en esta capacidad de imaginar, el sueño diurno como artefacto (que, por cierto, viene del latín, arte factum, hecho con arte) útil para uno mismo y para la humanidad. Artefacto que se despliega, entonces, como herramienta al resguardo en una navaja suiza. Kathi Weeks glosa, desde el presente, que

[…] el sueño diurno es una instancia a considerar particularmente apropiada porque, al igual que la utopía misma, con frecuencia es doblemente desacreditado como inútil y trivial: un uso notoriamente improductivo del tiempo —de hecho, tal vez el epítome de «regocijarse en la pereza»— y en comparación con el sueño nocturno, un fenómeno superficial sin el mismo peso ni profundidad psicológicaWeeks, K., El problema del trabajo, op. cit., p. 267.14.

Hay una reivindicación, por parte del autor, de una construcción de la agencia social de imaginación crítica que trace una línea de interdependencia mundial entre movimientos populares marginalizados, cuyas experiencias, en forma de intercambio, presionen y sirvan de resistencia a la práctica de la vida cotidiana fuera de los canales de Silicon Valley. Para experimentar «con arreglos tecnológicos alternativos a los del mercado, y buscar la manera de plasmar la noción de solidaridad en las relaciones comerciales para resistir de manera conjunta a los grandes imperios de la época digital», argumenta. Al final, «esta es la única forma de imaginar el fin del capitalismo y encontrar cierta inspiración para la praxis de la lucha política», concluye.

Notas:

  1. Bloch, E. (2007), El principio esperanza, Trotta.
  2. Ricoeur, P. (2000), Narratividad, fenomenología y hermenéutica. Análisi: quarderns de comunicació i cultura, 25, p. 189-207.
  3. Garcés, M. (2022), Un mundo común, Bellaterra.
  4. Russell, L. (2022). Feminismo Glitch: (Un manifiesto), Holobionte ediciones, p. 34.
  5. Cancela, E., Utopías digitales, op. cit., p. 2.
  6. Berger, P. L., y Luckmann, T. (1968), La construcción social de la realidad, Amorrortu, pp. 63-64.
  7. Cancela, E., Utopías digitales, op. cit., p. 4.
  8. Weeks, K. (2022), El problema del trabajo, Traficantes de sueños.
  9. Entrevista a la autora en El Salto Diario, disponible aquí: https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/entrevista-kathi-weeks
  10. Bloch, E., El principio esperanza, op. cit., p. 2.
  11. Cancela, E., Utopías digitales, op. cit., p. 27.
  12. Cancela, E., Utopías digitales, op. cit., p. 142.
  13. Ibíd., p. 142-145. Para más información, Evgeny Morozov publicará próximamente una enciclopedia (digital) sobre el asunto.
  14. Weeks, K., El problema del trabajo, op. cit., p. 267.