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El realismo socialista de Shólojov

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ARTE, HISTORIA

El realismo socialista de Shólojov

24/05/2025
7 min.

I. Breve repaso biográfico

Un 24 de mayo de 1905 nacía, en una aldea cosaca a orillas del río Don, el escritor comunista Mijaíl Shólojov. Galardonado con el Premio Stalin de primer grado en 1941, el Premio Lenin en 1960, y el Premio Nobel de literatura en 1965, es sin duda uno de los escritores más importantes de la Unión Soviética.

Nacido en una granja de la región de Rostov, al sur de Rusia, sus padres se aseguraron de que Mijaíl se alfabetizase desde niño. Graduado en el Gimnasio Veshenskaya en 1919, realizó desde joven diversas labores mandatadas por el Comité Revolucionario, como hacer de maestro para la erradicación del analfabetismo o trabajar como inspector de alimentos.

Durante la década de 1920, Shólojov empezó su fructífera carrera de escritor, paralelamente a los distintos trabajos que realizaba para su supervivencia. Su primer cuento fue publicado en el periódico Joven Leninista en septiembre de 1923, y a partir de 1925 se convirtió en colaborador de la revista Komsomoliya. Ya desde entonces Shólojov apuntaba maneras: toda su obra, caracterizada por un profundo realismo, se ubica geográficamente en torno al Don, captando las profundas transformaciones históricas y las luchas de clases en el seno del pueblo cosaco.

Entre 1927 y 1928 escribió los dos primeros tomos de su obra magna, conocida en castellano como El Don apacible, aunque no fue hasta 1940 que terminó el cuarto y último tomo de esta obra. La profundidad y complejidad de El Don apacible, que empezó a publicarse cuando Shólojov contaba con tan solo 22 años de edad, llevó a varios personajes visceralmente anticomunistas, como el (anti)soviético Solzhenitsin, a acusarle de plagio, algo que terminó por demostrarse falso.

En 1930, Shólojov ingresó al Partido Comunista y a partir de 1931 trabajó como corresponsal para Pravda. Participó en el Congreso de Escritores Soviéticos de 1934 como miembro de su presídium, y en 1937 fue elegido diputado del Soviet Supremo de la URSS. Desde entonces, asumió diversos cargos en órganos e instituciones, llegando a formar parte del Comité Central del PCUS desde 1961 hasta su muerte en 1984.

II. El realismo socialista de Shólojov

Como decíamos, la obra de Shólojov está completamente atravesada, como su propia tierra, por el río Don, que fragmenta y unifica la centenaria historia del pueblo cosaco. Ya sus primeros cuentos, empapados de épica, narran los conflictos internos de un pueblo arrastrado por la historia a la cruda lucha de clases. Esto toma su forma definitiva en El Don apacible, con cuya lectura uno puede revivir la ruptura de un modo de vida centenario, tranquilo y monótono, y recorrer el descenso hacia lo más cruel y perverso de la vida, hacia el hundimiento de un mundo. Pero con el colapso de la vieja vida, la obra de Shólojov no cae en la desesperación nihilista, en lo absurdo de la existencia y en la confusión de un mundo en tinieblas, sino que es capaz de mostrar, iluminando todas las contradicciones sociales e internas de los personajes, cómo de allí ha de nacer un mundo nuevo.

El estallido de la guerra en 1914 lleva a filas a las jóvenes generaciones de cosacos, segados de sus casas como el trigo, y mandados al frente como carne de cañón. Y es que los cosacos fueron, históricamente, un orgulloso pueblo guerrero, la temida caballería al servicio de los zares, la fuerza de choque que rompía las filas enemigas y sofocaba las huelgas y rebeliones internas.

Ya desde el momento en el que Grigori, el protagonista de El Don apacible, llega al frente en los primeros días de la guerra, se vislumbra la irremediable caducidad del viejo modo de vida de la Rusia zarista. Una curiosa mezcla de sables y fusiles, de lanzas y metralla, de caballos y cañones, enredan en una danza mortífera a miles y miles de soldados, diminutos ante la moderna industria de guerra.

Con el transcurso de los años de guerra, la agitación bolchevique empieza a calar entre la tropa, y lejos en la retaguardia el movimiento obrero se moviliza. Todo esto ocurre como ecos lejanos que poco a poco llegan a las tropas cosacas, que se van viendo involucradas en la lucha de clases y en muchos casos toman partido por uno u otro bando sin siquiera ser del todo conscientes de ello. Los cientos de personajes que cobran vida en El Don apacible se ven arrastrados, con sus dudas, sus miserias y sus contradicciones, a tomar partido por la revolución o en contra de ella, y en todo este proceso, el nacimiento del nuevo mundo y el colapso del viejo orden de las cosas se ilumina multifacéticamente, con todos sus enredos, dificultades, avances y retrocesos.

Este mismo espíritu realista de Shólojov, que no solo se encuentra en El Don apacible, sino también en Campos roturados (ambientada en el proceso de colectivización de la tierra a principios de la década de 1930 en la URSS) y, en general, en toda su obra, le lleva a explorar, a través de la literatura, las profundas complejidades de la realidad social y sus contradicciones, a iluminar la forma en la que surge lo nuevo y lucha contra lo viejo. A esto llamaba Lukács verdad artística, porque el fiel realismo de Shólojov, el principio de inmanencia de su obra, hace que a través de ella el lector pueda revivir y comprender lo complejo y profundo del movimiento histórico. El realismo socialista buscaba, al contrario de lo que suele plantear la crítica occidental, esa exploración de la realidad a través del arte, y si Shólojov logró las altas cumbres de la literatura fue, precisamente, por su firme fidelidad a la contradictoria realidad social que reflejaba artísticamente.