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El método de ascenso de lo abstracto a lo concreto

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FILOSOFÍA, ECONOMÍA POLÍTICA

El método de ascenso de lo abstracto a lo concreto

15/03/2024
23 min.

I. Método y ortodoxia marxista

Decía Engels que la materia sin movimiento es tan inconcebible como el movimiento sin materia. Esto es cierto no para la «materia» en un sentido vulgar –como aquello sensiblemente dado, lo físico–, sino para la materia entendida como categoría de la lógica dialéctica, es decir, como toda aquella realidad objetiva existente fuera y antes de la conciencia. Y junto con el incansable movimiento de la materia se ve arrastrada la conciencia a una marea de movimiento. En la realidad, tanto en el plano material como en el ideal, no hay ni puede haber nada constantemente estático.

Por esto mismo es que pensar en el marxismo como un sistema de ideas fijo, estático, acabado, es un completo absurdo, va en contra de su propia esencia. El conocimiento sobre la realidad objetiva debe moverse al son del propio movimiento de la realidad objetiva; lo lógico debe desprenderse de lo histórico. Esta es la premisa materialista de la lógica dialéctica.

Esto, por otro lado, no debe entenderse al estilo de los revisionistas: el marxismo ha caducado, sus categorías han quedado anticuadas. Esto no es cierto. Cuando decimos que el marxismo es un sistema vivo de ideas, en desarrollo, nos referimos al hecho de que, con el propio movimiento de la realidad, las conclusiones que se extraen en un momento histórico específico pueden quedar desfasadas para otro contexto distinto. Con ello nos referimos a que la dialéctica materialista, como cosmovisión totalizadora, se encuentra en un constante proceso de desarrollo en el que se apropia, a través de su método de investigación, de un conocimiento cada vez más amplio, más concreto, de la realidad.

Es en este sentido que Lukács se refería a la ortodoxia en el marxismo:

La ortodoxia en cuestiones de marxismo se refiere […] exclusivamente al método. Implica la convicción científica de que con el marxismo dialéctico se ha encontrado el método de investigación justo, de que este método solo puede desarrollarse, perfeccionarse; porque todas las tentativas de superarlo o de «mejorarlo» tuvieron y no pueden dejar de tener otro efecto, que hacerlo superficial, banal, ecléctico.Lukács, G. (1970), «¿Qué es el marxismo ortodoxo?», en Historia y conciencia de clase, Editorial de Ciencias Sociales del Instituto del Libro de La Habana, p. 35.1

Este método, el método dialéctico, es el que tanto Marx como Engels desarrollaron a lo largo de su vida y fue el que utilizó Marx en su estudio sobre el modo de producción capitalista. Su obra magna, El Capital, es la expresión viva de la aplicación del método dialéctico, del método de ascenso de lo abstracto a lo concreto, al estudio del modo de producción capitalista:

Todo el marxismo de arriba abajo está creado con ayuda del método de la dialéctica materialista, y por tanto, literalmente, en toda la obra de Marx y Engels es posible y necesario estudiar la lógica de su pensamiento, la teoría del conocimiento (científico) que ellos aplicaron conscientemente: la dialéctica. Iliénkov, E. (2014), La dialéctica leninista y la metafísica del positivismo, Edithor, p. 194.2

En este artículo intentaré exponer de la manera más simple y accesible posible los fundamentos de este método, el método de ascenso de lo abstracto a lo concreto, que no solo Marx y Engels, sino también Lenin supo aplicar genialmente en sus análisis, así como tantos otros marxistas a lo largo de la historia del siglo anterior, que, a pesar de todo, supieron desarrollar de manera creativa el marxismo-leninismo frente a las posturas vulgares, mecanicistas y empiristas tanto dentro como fuera del campo socialista.

II. Algunas categorías fundamentales de la dialéctica marxista

Para comprender cuál es el método de investigación utilizado por Marx en El Capital, primero es necesario familiarizarse con algunas de las categorías fundamentales de la dialéctica, especialmente aquellas referidas al propio método de investigación, esto es, al método de ascenso de lo abstracto a lo concreto, a la lógica dialéctica.

La comprensión de las categorías que expongo a continuación pueden parecer complejas, más que nada, por su polisemia –el mismo término puede ser utilizado con significados distintos– y, en ese sentido, por nuestra falta de costumbre a la hora de utilizar las categorías dialécticas con su significado propiamente dialéctico. En el fondo, sin embargo, no es una cuestión tan compleja. Por otro lado, las expongo de manera bastante esquemática, pero no pueden comprenderse realmente si no se las conceptualiza todas ellas interconectadas. Por eso, aunque es posible que la lectura de este artículo pueda ser ardua en ocasiones, recomiendo seguir leyendo a pesar de no entender algunos fragmentos, ya que las cuestiones más complejas se explican y sintetizan reiteradamente a medida que avanza la exposición a lo largo del artículo para hacer más comprensible el fondo de lo que pretendo exponer, es decir, para hacerse una idea general de cuál es el método de investigación utilizado por Marx, Engels y Lenin.

1. Lo abstracto y lo concreto

Las categorías «abstracto» y «concreto» son, probablemente, unas de las que mayor confusión han generado en el pensamiento de muchos marxistas. Si no estamos familiarizados con el estudio y el lenguaje de la dialéctica, asumiremos el concepto de «abstracto» y «concreto» del modo en el que popularmente nos referimos a ellos: por «concreto» entenderemos aquello «sensiblemente perceptible», lo «dado», lo «realmente existente», incluso lo «material»; mientras que por abstracto entenderemos aquello «general», lo «puramente pensado», incluso como sinónimo de «lo ideal».

Visto así, es fácil comprender que autores como Hilferding pensaran en el método de ascenso de lo abstracto a lo concreto no como un método de análisis e investigación de la realidad, sino como un mero método de exposición de ideas. O incluso cómo otros autores como Afanásiev, cuyo manual de filosofía se difundió de manera masiva a lo largo del mundo, invierte completamente el método de ascenso de lo abstracto a lo concreto. El «desarrollo del conocimiento se expresa en su paso de la contemplación viva y directa al pensamiento abstracto» (Afanásiev, V. (1985), Manual de filosofía, Editorial Cartago, p. 159).3

Por el contrario, lo «abstracto» y lo «concreto» significan, en dialéctica, algo muy distinto.

El concepto dialéctico de lo «concreto» suele definirse del siguiente modo: «Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad en la diversidad»; Marx, K. (2023), «Introducción [1857]», en Contribución a la Crítica de la Economía Política, Uno en Dos, p. 152.4 «lo concreto, el carácter concreto, es, antes que nada, sinónimo del vínculo real de los fenómenos, de trabazón e interacción de todas las aristas y momentos del objeto». Iliénkov, E. (2017), Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, p. 82.5

Pero, ¿qué significa esto? Pues bien, cuando hablamos de que algo es «concreto», lo que queremos decir es que ese algo, ese objeto que estamos estudiando, tiene en sí toda una serie de determinaciones –características, por decirlo de algún otro modo– que hacen de ese objeto ser, precisamente, un objeto particular. Por ejemplo, pensemos en Messi: individuo de la especie humana, nacido en Argentina el 24 de junio de 1987, estatura de 170 cm, es el mejor jugador de la historia del fútbol y recientemente campeón mundial con la selección, etc. Todas estas características, e infinitud de otras tantas (desde su composición meramente fisiológica a su manera de ser, de pensar, de actuar, etc.), hacen de Messi ser Messi, le hacen distinguirse como tal del resto de los miles de millones de personas en el mundo. Si de él solo conocemos el nombre, no podemos decir que tengamos un conocimiento concreto de quién es; en cambio, a medida que conocemos nuevos rasgos, nuevas características, en definitiva, nuevas determinaciones que hacen de Messi ser Messi y no simplemente «un hombre», «un jugador de fútbol», etc., entonces nos acercaremos a un conocimiento más concreto de él. (Aunque, como veremos a lo largo del artículo, el método de Marx no consiste únicamente en esta simple acumulación de definiciones de un objeto).

Por tanto, cuando decimos que conocemos algo, un fenómeno, un objeto, etc., de manera concreta, lo que estamos diciendo es que conocemos todas –o una buena parte de– las determinaciones –características– de ese objeto. Es en ese sentido que decimos, con Marx, que «lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones», es decir, lo concreto es concreto porque está formado de toda una serie de determinaciones interconectadas que configuran ese objeto de tal modo que solo puede ser ese mismo objeto.

Por otro lado, lo «abstracto» es lo opuesto a lo «concreto»; son, en ese sentido, una unidad dialéctica, un par categorial. Así lo sintetiza bien Iliénkov: «por abstracto se entiende a todo lo extremadamente unilateral, incompleto, al reflejo unilateral del objeto de estudio en la conciencia; en antítesis al conocimiento concreto, como conocimiento desarrollado, profundo, completo». Iliénkov, E. (2017), Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, p. 87.6

Volvamos de nuevo con Messi. Si, por algún extraño motivo, no supiésemos quién es y nos lo cruzásemos por la calle, veríamos en él simplemente a un hombre. La única información que tendríamos de él sería aquello que podemos ver a primera vista. Ni su nombre, ni su biografía, ni su pensamiento, ni su profesión, etc. No conoceríamos de él más que su aspecto físico. Ante esta falta de conocimiento de sus determinaciones, el conocimiento que tendríamos sobre él sería un conocimiento extremadamente abstracto, incluso aunque podamos verlo y tocarlo. Nuestro conocimiento sería abstracto precisamente por ser simple, fragmentario, aislado, desconectado de su totalidad.

Sintetizando un poco todo lo mencionado hasta ahora: el conocimiento concreto es aquel que capta en el objeto de estudio todas sus determinaciones en su conexión interna, que es capaz de comprender cada una de sus aristas, de sus propiedades, en interconexión con las otras, como partes necesarias de ese mismo objeto (aunque, en lo que llevamos de artículo, por ahora solo hemos visto cómo reunir diversas determinaciones exteriormente, no desde la unidad interna del propio objeto; en los siguientes apartados profundizaremos en ello). El conocimiento abstracto es aquel que no es capaz –aún– de desvelar aquellas determinaciones propias de un objeto o de un fenómeno y, por tanto, no puede captar su automovimiento; es aquel conocimiento unilateral, incapaz de explicar un fenómeno, aun cuando pueda describirlo. De aquí se desprende una de las críticas más demoledoras a las «ciencias sociales» burguesas (empiristas, positivistas, etc.), puesto que estas se limitan a describir fenómenos, intentando conectarlos de manera externa, pero no son capaces más que de reflejar esos fenómenos tal y como son dados; no penetran en ellos buscando su interconexión interna como partes de un todo. Por eso, las ciencias sociales burguesas solo poseen un conocimiento abstracto, mientras que, gracias al método de ascenso de lo abstracto a lo concreto, la dialéctica materialista es capaz de explicar un fenómeno, de conocerlo de manera concreta.7

A pesar de esto, este pensamiento abstracto como sinónimo de pensamiento unilateral, incompleto, fragmentario, cabría diferenciarlo de la utilización consciente de la abstracción como parte de un proceso más amplio del conocimiento (abstracción científica, que diría Rosental), como un escalón necesario en el ascenso de lo abstracto a lo concreto. En el tercer apartado veremos esto con mayor detalle.

2. Totalidad concreta

Veamos ahora el concepto de totalidad. Cuando en lógica dialéctica hablamos de totalidad orgánica, nos referimos a la unidad de toda una serie de objetos o fenómenos que solo pueden ser comprendidos como partes de esa totalidad, es decir, en unidad interna con todas y cada una de las determinaciones que forman esa totalidad. Pensemos, por ejemplo, en una persona cualquiera. Ella forma parte de una totalidad social, y llega a ser quien es, entre muchas otras cosas, por su rol dentro de esta totalidad, del modo de producción y organización social que condicionan su modo de ser, de pensar y de actuar. Si otra persona fisiológicamente idéntica naciese en una sociedad distinta, sus puntos en común serían probablemente ínfimos, puesto que, por el hecho de formar parte de dos totalidades sociales distintas, ellas crecen, piensan y viven de manera distinta. Un individuo solo es tal individuo singular en cuanto forma parte de una totalidad social y encarna en su persona, en su modo de ser, de pensar y de actuar, la cultura de esa sociedad de la que forma parte.

Iliénkov pone el ejemplo –algo macabro, si se me permite– de una mano: «una mano separada del cuerpo sigue siendo una “mano” solo por el nombre. En efecto, ella es más bien el cadáver de una mano, y no una mano como tal»; Iliénkov, E. (2022), «El problema de lo abstracto y lo concreto a la luz de “El Capital” de Marx (1968)», en Obras Escogidas, Dos Cuadrados, p. 369.8 por lo tanto, «ha resultado que su “determinación principal” se encontraba y se encuentra fuera de ella», Ibíd.9 esto es, en su relación (interacción) con el resto del cuerpo humano como totalidad orgánica. Es decir, del mismo modo que una persona es tal persona singular únicamente si está inserta en una totalidad social concreta, la mano es únicamente una mano cuando forma parte de un cuerpo humano viviente y funcional. Lo que hace de esa persona ser esa misma persona y lo que hace de esa mano ser esa mano es la relación que establecen –y, por tanto, la función que cumplen– con la totalidad orgánica a la que cada una de ellas pertenece.

Como podemos intuir, dado el significado dialéctico de lo «concreto» explicado anteriormente, toda totalidad orgánica es profundamente concreta: cuando nos referimos a un conjunto de objetos o fenómenos como totalidad, nos referimos a ellos como mutuamente dependientes, en constante interacción y movimiento, en una unidad concreta, rica en determinaciones. El conocimiento científico, por tanto, solo puede ser concreto si es capaz de desvelar, en una totalidad realmente existente, todas esas determinaciones que forman parte de ella y las maneras en las que estas se relacionan.

3. Lo universal y lo particular

El materialismo vulgar suele presentar lo «general», lo «universal», como aquello «que es propio de muchos objetos singulares», Afanásiev, V. (1985), Manual de filosofía, Editorial Cartago, p. 129.10 lo universal liga a los objetos «entre ellos y condiciona su pertenencia a una especie o clase determinada de objetos homogéneos». Ibíd.11 Así, por ejemplo, el rojo es un universal si consideramos todos aquellos objetos con esta determinación: la sangre, una bandera comunista, una lata de Coca-Cola, etc.

Visto así, la relación que se establece entre lo universal y lo particular –lo particular entendido como aquello individual, en sí diferente del resto Aunque existen matices entre lo «singular» y lo «particular», me daré la licencia de utilizarlos indistintamente en este artículo.12– se reduce a que lo general es el modo en el que se clasifica una serie de objetos particulares en función de una o varias determinaciones compartidas por ellos (la sangre, la bandera y la lata son, así, particulares del universal rojo). La lógica formal (no dialéctica), por tanto, define: 1) particular: objetos individuales; 2) general: relaciones de identidad entre estos objetos basadas en ciertas determinaciones externas.

Por el contrario, el significado dialéctico de lo «universal», de lo «general», es muy distinto al significado que le da el materialismo vulgar o la lógica formal. Por decirlo de algún modo, lo universal es aquello que enlaza todos los objetos y fenómenos de una totalidad orgánica; estos forman parte de esa totalidad única y exclusivamente en cuanto se derivan de su universal. En definitiva, un universal concreto es aquello que vertebra una totalidad concreta, que la hace ser esa totalidad concreta y no otra, y que hace que todos los objetos y fenómenos que forman parte de ella estén en interacción mutua como consecuencia del movimiento de ese universal.

Creo que, para comprenderlo mejor, vale la pena leer este fragmento de Iliénkov:

El marxismo-leninismo se funda en la interpretación concreta de lo universal. La mercancía, Iliénkov identifica, en este caso, la mercancía con la ley del valor, en cuanto el valor (y no el valor de uso) es lo específicamente fundamental de la mercancía (forma mercancía): «El valor es la forma realmente social del producto que se produce como mercancía […]. Esta es la esencia social (económica) de la forma mercancía del producto. Por aquello, el análisis del valor converge con el análisis de la “mercancía” como modo concreto social del producto del trabajo» (Iliénkov, E. (1961), «Respuesta a J.A. Kronrod», en La lógica económica del socialismo, Edithor, p. 63).13 por ejemplo, como relación universal del sistema mercantil capitalista de relaciones económicas, no es la abstracción […] sino, ante todo, un fenómeno real concreto, cuyo análisis completo converge con el descubrimiento de las determinaciones verdaderamente universales de todo el sistema en su integridad. En ella [en la ley del valor como relación universal de la totalidad capitalista], como en una «célula», se encierran todas las contradicciones de la sociedad capitalista que se desarrollan sobre su base. […] Lo universal, de ese modo, actúa como fundamento a partir del cual se desarrollan todos los fenómenos particulares y singulares de un sistema concreto en cuestión y por el cual todos ellos transitan, al fin y al cabo. […] Por ello, en lógica [dialéctica], el universal es considerado como el único y posible punto primicial del cual puede desplegarse la comprensión sistemática del objeto en toda su concreción, en la trabazón e interacción internas de todas las formas particulares de su existencia, movimiento y cambio, en su desarrollo de lo simple a lo complejo, desmembrado, concreto. Iliénkov, E. (1960), «Lo Universal», en Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, pp. 433–434. Las cursivas y los corchetes son míos.14

Ahora que conocemos mejor las categorías de «totalidad concreta», «universal» y «particular», podemos comprender por qué Marx abre El Capital con un capítulo analizando de manera pormenorizada la mercancía (la ley del valor): porque en ella encuentra el universal a través del cual, en su automovimiento, se desprenden todas las demás categorías propias del capitalismo. Sería imposible explicar concretamente (es decir, en su unidad con el resto de categorías del modo de producción capitalista) la ganancia, por ejemplo, sin haber explicado previamente el plusvalor, ni el plusvalor sin haber explicado previamente el valor, etc. El fundamento, el punto primicial a partir del cual se pueden comprender todas las categorías del modo de producción capitalista es la ley del valor como relación social; por esto es por lo que Marx empieza su investigación con ella. Con este mismo método analiza Marx la formación social capitalista partiendo de su universal concreto: el modo de producción capitalista; en esto se fundamenta la relación entre «estructura» y «superestructura».15

Quisiera, en cualquier caso, hacer un pequeño comentario necesario que, si bien no tiene mucha importancia en el fondo de lo que estamos exponiendo en este artículo, es especialmente relevante a la hora de estudiar específicamente el modo de producción capitalista: Si bien a lo largo del artículo tomamos la ley del valor como ejemplo de universal concreto del modo de producción capitalista, esto requiere de una mayor precisión, en cuanto la ley del valor no adquiere, realmente, su carácter específicamente capitalista sin la ley de la plusvalía. Por este motivo es que también se suele identificar la plusvalía como la ley fundamental del capitalismo. No podemos olvidar que la producción mercantil es un tipo de producción precapitalista, que solamente se convierte en el modo dominante de producción en cuanto se generaliza (en cuanto se convierte en universal concreto), y ello pasa necesariamente por la operatividad de la ley de la plusvalía; esta es la que permite sobrepasar los límites de la producción mercantil simple. Marx estudia en los primeros capítulos de El Capital la producción de mercancías en general (y, por tanto, la ley del valor), pero solamente cuando esta adquiere su mayor grado de desarrollo (y, por tanto, opera ya la ley de la plusvalía) es que podemos hablar, propiamente, de modo de producción capitalista.

III. El método de ascenso de lo abstracto a lo concreto

Ahora que ya manejamos algunas de las categorías lógicas fundamentales de la dialéctica materialista, pasemos a ver cómo son utilizadas por el método dialéctico, es decir, el método de ascenso de lo abstracto a lo concreto, para analizar y comprender la realidad en toda su riqueza, en toda su concreción.

Volviendo con el materialismo vulgar, podemos ver que, por su confusión con el significado de lo «abstracto» y lo «concreto», acaban invirtiendo el método: el «desarrollo del conocimiento se expresa en su paso de la contemplación viva y directa al pensamiento abstracto». Afanásiev, V. (1985), Manual de filosofía, Editorial Cartago, p. 159.16 Para Afanásiev se trata de ir de lo «concreto», entendido por él como el objeto dado, sensible, existente en la realidad objetiva, a lo «abstracto», entendido como el pensamiento, el conocimiento. Pensemos ahora esta afirmación pero dotando a las categorías de «abstracto» y «concreto» su real significado dialéctico: lo que en el fondo plantea Afanásiev, visto así, es que se trata de ir del objeto real, concreto, rico en determinaciones, a un pensamiento abstracto, es decir, unilateral, incompleto, fragmentario. Este es el modo de proceder de las ciencias sociales burguesas: la descripción y clasificación de algunas de las determinaciones del objeto o fenómeno de estudio de manera abstracta, fragmentada, sin llegar a explicarlas como partes necesarias de un todo, en su plena interacción.

Por el contrario, el método de ascenso de lo abstracto a lo concreto es, tal y como indica su propio nombre, un método de investigación que parte del conocimiento abstracto, del conocimiento unilateral, fragmentario, y avanza a través del estudio hacia un conocimiento concreto, rico en determinaciones. Cuando Marx, en el prefacio de la Contribución a la Crítica de la Economía Política, afirma que «lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones», sigue, «a ello se debe el que [lo concreto] aparezca en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida». «Introducción [1857]», en Contribución a la Crítica de la Economía Política, Uno en Dos, p. 152. La cursiva es mía.17 Lo que Marx está diciendo aquí son, principalmente, dos cosas: 1) que lo concreto en el pensamiento, esto es, el conocimiento concreto de un objeto o fenómeno, es producto del propio pensamiento, aparece en él como síntesis, como resultado del pensamiento; y 2) que, a pesar de eso, lo concreto es el verdadero punto de partida, pero no porque el método parta del conocimiento concreto y avance hacia el conocimiento abstracto, sino porque el objeto o fenómeno real existente fuera del pensamiento y que este estudia es un objeto o fenómeno completamente concreto. Lo concreto es una propiedad del objeto, y el pensamiento trata de desvelar todas las determinaciones y conexiones internas de ese objeto para comprenderlo de manera concreta. Es en este sentido que decimos que lo concreto es tanto el punto de partida, en cuanto es una propiedad del objeto, como resultado del pensamiento, en cuanto el pensamiento, a través del estudio del objeto, avanza hacia un conocimiento cada vez más concreto de él.

Esto, que puede parecer una contradicción, no lo es en absoluto si conocemos las categorías dialécticas de lo abstracto y lo concreto. Volvamos con el ejemplo de Messi, e imaginemos que no sabemos quién es. Como decíamos anteriormente, si nos lo cruzamos por la calle solo tendremos la información que nos es dada en los sentidos (vista, oído, etc.), pero no conoceríamos casi nada de él. Por tanto, aunque Messi, como tal, es un ser completamente concreto, nuestro conocimiento sobre él será de un alto grado de abstracción. Tendremos así un conocimiento abstracto (unilateral, aislado, pobre en determinaciones) de un ser concreto. Que el objeto sea en sí un objeto completamente concreto no significa, en absoluto, que la percepción inmediata que tengamos de ese objeto sea también concreta, sino al revés, nuestra percepción será abstracta en cuanto solo conocemos unas pocas determinaciones de ese objeto.

Es decir, al contrario de lo que plantea el materialismo vulgar, cuando nosotros empezamos a estudiar un objeto o fenómeno existente en la realidad objetiva sin conocimiento previo –o con un mínimo conocimiento–, por mucho que lo podamos ver, por mucho que lo podamos tocar, ese conocimiento que nosotros tendremos sobre el objeto será un conocimiento abstracto. Si somos seres incultos, esto es, si no tenemos conocimiento sobre la sociedad en la que vivimos (su idioma, costumbres, etc.), entonces todo lo que en ella ocurra se nos presentará de manera abstracta. No podemos decir que un bebé tenga un conocimiento concreto de la realidad inmediata que le rodea, sino al contrario, tiene una percepción abstracta de ella, la capta de manera unilateral, pobre, fragmentada, a pesar de que él esté inserto en ella, a pesar de que la vea, la toque, la sienta. (Lo cierto es que esto no ocurre solamente con los bebés, sino también con las personas adultas que no han estudiado por qué ocurren las cosas que ocurren a su alrededor).

La realidad sensible se nos presenta, por tanto, si no tenemos conocimiento de ella, de manera abstracta, en el sentido en el que no somos capaces aún de comprenderla. Generamos –socialmente– representaciones de nuestro entorno: «Una representación es precisamente la contemplación verbalmente expresada». Iliénkov, E. (2017), Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, p. 95.18 Por el contrario, el concepto aparece en el pensamiento solo cuando hemos estudiado un objeto o fenómeno, cuando hemos avanzado desde su representación abstracta a una de mayor concreción, conociendo así sus propiedades y determinaciones internas. Mientras la representación se mantiene en el plano de las apariencias (conocimiento empírico), el concepto penetra en su esencia (conocimiento lógico): el concepto, en definitiva, aparece como proceso y resultado del conocimiento científico.

En el método de ascenso de lo abstracto a lo concreto, por tanto, lo abstracto se presenta únicamente como un escalón del conocimiento, y no, como lo plantea Afanásiev, como el resultado. Ahora bien, ¿cómo avanza el conocimiento desde una representación abstracta hacia un concepto concreto? ¿Cuál es, en definitiva, el método dialéctico?

Como hemos visto, este método parte de la representación abstracta que es dada cuando observamos la realidad objetiva. Sin embargo, no podemos aún avanzar, en este grado de abstracción, hacia lo concreto, puesto que las representaciones abstractas que manejamos en este momento están aún desordenadas, inconexas. Debemos, en primer lugar, profundizar en la abstracción, realizar un proceso de abstracción consciente en el que vayamos desmenuzando el objeto o fenómeno estudiado, dejando de lado sus momentos secundarios: «La abstracción científica deja de lado las relaciones exteriores, no esenciales, entre los objetos, para arrojar luz sobre su unidad, sobre sus conexiones internas, esenciales». Rosental, M.M. (1961), Los problemas de la dialéctica en “El capital” de Marx, Ediciones Pueblos Unidos, p. 288.19

Lo cierto es que, aunque hemos presentado en este artículo el pensamiento abstracto como un pensamiento pobre, no es tanto así. A pesar de que lo abstracto no es un fin en sí, se trata de un momento necesario del conocimiento. Precisamente a través de la abstracción como primer escalón del conocimiento es que podemos descubrir el universal concreto que rige dicha totalidad concreta: «En el estadio del pensar abstracto, se busca lo que constituye la base, la unidad de la diversidad». Rosental, M.M. (1962), Principios de lógica dialéctica, Ediciones Pueblos Unidos, p. 483.20 Creo que Rosental sintetiza muy bien el método de lo abstracto a lo concreto de la siguiente manera:

El paso de lo concreto sensorial [la realidad objetiva dada en nuestras sensaciones] a lo abstracto no nos aparta, en esencia, del mundo concreto, sino que nos acerca a él en el sentido de que lo llegamos a conocer más hondamente, en su esencialidad, y solo habiendo descubierto por medio de abstracciones la esencia [esto es, el universal concreto] de los fenómenos, podemos luego conocerlos en lo que tienen estos de concreto. Rosental, M.M. (1962), Principios de lógica dialéctica, Ediciones Pueblos Unidos, pp. 483–484. Los corchetes son míos.21

Como vimos al principio del artículo, el conocimiento abstracto es un conocimiento pobre en cuanto es unilateral y fragmentario. Sin embargo, como vemos ahora, la utilización consciente de la abstracción como herramienta de análisis, como momento del proceso del conocimiento, es necesaria para comprender concretamente la realidad:

Es posible decir que el ascenso de lo concreto a lo abstracto es, por un lado, también el ascenso de lo abstracto a lo concreto y, por el otro, son dos formas mutuamente presupuestas del proceso de dominio teórico del mundo […]. Y bien, ¿por qué Marx define, aun tomando todo esto en cuenta, al “ascenso de lo abstracto a lo concreto” precisamente como el único método científico posible y correcto en relación al dominio (reflejo) teórico del mundo? La razón es que la dialéctica […] señala la arista determinante, dominante, ese momento en la unidad de contrarios que en el caso en cuestión resulta ser la guía, lo determinante […]. Lo “concreto” […] aparece aquí como la finalidad específica del pensamiento teórico […]. Lo “abstracto” resulta, desde este punto de vista, no ser la finalidad, sino solamente el medio del proceso teórico, y cada acto aislado de generalización (esto es, la reducción de lo concreto a lo abstracto) actúa como algo subordinado, como un momento “desapareciendo” en el movimiento general. Iliénkov, E. (2017), Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, pp. 196–197.22

Una vez encontrado el universal concreto de la totalidad estudiada a través de la abstracción consciente, se sigue la deducción materialista y avanzamos, ahora sí, de lo abstracto a lo concreto. Esta deducción se realiza a través del estudio del universal que rige una totalidad concreta y del cual se desprenden, como necesidades de su automovimiento, todo el resto de fenómenos y objetos de esa totalidad. Es así como comprendemos la unidad interna entre todos los objetos, fenómenos o determinaciones de esa totalidad.

Así es como Marx encuentra, en el valor, la relación universal de la totalidad capitalista. Por eso, desde la representación abstracta de la mercancía que presenta Marx en las primeras páginas de El Capital, avanza en su análisis hacia el descubrimiento de nuevas categorías (momentos particulares) que surgen como necesidad del automovimiento histórico de la ley del valor. De este modo, se parte del universal de una totalidad concreta para, a partir de él, descubrir todos los particulares que le son propios a ese universal y que forman parte de la totalidad concreta: el orden social capitalista. Así el conocimiento abstracto avanza hacia el conocimiento concreto de la totalidad.

IV. Apuntes finales

Lo expuesto en este artículo no es más que una introducción breve y tosca de lo que realmente es el método dialéctico y la lógica dialéctica. No solo he omitido algunas cuestiones o matices en la exposición de las categorías, sino que ni siquiera he mencionado cuestiones como los métodos lógicos e históricos de investigación, no he explicado, aunque las haya mencionado, ciertas categorías como «interacción», «correlación» o «automovimiento», he pasado muy por encima algo tan absolutamente fundamental como es la cuestión de la contradicción, etc.

Pero, como dije al principio, en este artículo mi intención es introducir al lector a cuestiones básicas pero que pueden tener un alto grado de complejidad de la lógica dialéctica y del método marxista, y he intentado que, a pesar de haber dejado de lado ciertas cuestiones, ello no supusiera una vulgarización consciente de lo aquí expuesto. No me cabe duda de que este no es más que el primero de muchos artículos que aborden la cuestión de la lógica dialéctica, del método propio del marxismo-leninismo, que se publicará en PARA LA VOZ, y no puedo dejar de recomendar la lectura de autores como Iliénkov o Rosental A este respecto, sin duda la lectura de Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx de Iliénkov, traducido y editado en español por Edithor, es especialmente recomendable.23 –y la de tantos otros autores que han quedado enterrados bajo las ruinas del extinto bloque socialista– siempre y cuando se tenga un sólido conocimiento previo de la obra de Marx, Engels y Lenin.

Con la siguiente cita de Iliénkov, doy por concluido este artículo:

En forma de la economía política de El Capital, en forma de principios concretamente formulados de estrategia y táctica de la lucha del proletariado, en forma de comprensión teórica de la sujeción a leyes del proceso revolucionario de transformación de la sociedad mercantil capitalista en sociedad socialista (en forma que eso que V.I. Lenin llama «socialismo científico»). En estos resultados absolutamente concretos de la investigación teórica, realizada con la ayuda de la dialéctica como método de investigación, se encierra también la cosmovisión científica de K. Marx y F. Engels; una cosmovisión que se desarrolla y precisa ininterrumpidamente con cada nuevo paso de la investigación de la realidad histórica concreta, con cada nuevo descubrimiento en cualquier esfera de la naturaleza y de la historia. V.I. Lenin veía justamente en esto la esencia de la dialéctica materialista. Iliénkov, E. (2014), «Dialéctica y cosmovisión (1979)», en La dialéctica leninista y la metafísica del positivismo, Edithor, p. 230.24

Notas:

  1. Lukács, G. (1970), «¿Qué es el marxismo ortodoxo?», en Historia y conciencia de clase, Editorial de Ciencias Sociales del Instituto del Libro de La Habana, p. 35.
  2. Iliénkov, E. (2014), La dialéctica leninista y la metafísica del positivismo, Edithor, p. 194.
  3. El «desarrollo del conocimiento se expresa en su paso de la contemplación viva y directa al pensamiento abstracto» (Afanásiev, V. (1985), Manual de filosofía, Editorial Cartago, p. 159).
  4. Marx, K. (2023), «Introducción [1857]», en Contribución a la Crítica de la Economía Política, Uno en Dos, p. 152.
  5. Iliénkov, E. (2017), Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, p. 82.
  6. Iliénkov, E. (2017), Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, p. 87.
  7. De aquí se desprende una de las críticas más demoledoras a las «ciencias sociales» burguesas (empiristas, positivistas, etc.), puesto que estas se limitan a describir fenómenos, intentando conectarlos de manera externa, pero no son capaces más que de reflejar esos fenómenos tal y como son dados; no penetran en ellos buscando su interconexión interna como partes de un todo. Por eso, las ciencias sociales burguesas solo poseen un conocimiento abstracto, mientras que, gracias al método de ascenso de lo abstracto a lo concreto, la dialéctica materialista es capaz de explicar un fenómeno, de conocerlo de manera concreta.
  8. Iliénkov, E. (2022), «El problema de lo abstracto y lo concreto a la luz de “El Capital” de Marx (1968)», en Obras Escogidas, Dos Cuadrados, p. 369.
  9. Ibíd.
  10. Afanásiev, V. (1985), Manual de filosofía, Editorial Cartago, p. 129.
  11. Ibíd.
  12. Aunque existen matices entre lo «singular» y lo «particular», me daré la licencia de utilizarlos indistintamente en este artículo.
  13. Iliénkov identifica, en este caso, la mercancía con la ley del valor, en cuanto el valor (y no el valor de uso) es lo específicamente fundamental de la mercancía (forma mercancía): «El valor es la forma realmente social del producto que se produce como mercancía […]. Esta es la esencia social (económica) de la forma mercancía del producto. Por aquello, el análisis del valor converge con el análisis de la “mercancía” como modo concreto social del producto del trabajo» (Iliénkov, E. (1961), «Respuesta a J.A. Kronrod», en La lógica económica del socialismo, Edithor, p. 63).
  14. Iliénkov, E. (1960), «Lo Universal», en Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, pp. 433–434. Las cursivas y los corchetes son míos.
  15. Con este mismo método analiza Marx la formación social capitalista partiendo de su universal concreto: el modo de producción capitalista; en esto se fundamenta la relación entre «estructura» y «superestructura».
  16. Afanásiev, V. (1985), Manual de filosofía, Editorial Cartago, p. 159.
  17. «Introducción [1857]», en Contribución a la Crítica de la Economía Política, Uno en Dos, p. 152. La cursiva es mía.
  18. Iliénkov, E. (2017), Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, p. 95.
  19. Rosental, M.M. (1961), Los problemas de la dialéctica en “El capital” de Marx, Ediciones Pueblos Unidos, p. 288.
  20. Rosental, M.M. (1962), Principios de lógica dialéctica, Ediciones Pueblos Unidos, p. 483.
  21. Rosental, M.M. (1962), Principios de lógica dialéctica, Ediciones Pueblos Unidos, pp. 483–484. Los corchetes son míos.
  22. Iliénkov, E. (2017), Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx, Edithor, pp. 196–197.
  23. A este respecto, sin duda la lectura de Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en “El Capital” de Marx de Iliénkov, traducido y editado en español por Edithor, es especialmente recomendable.
  24. Iliénkov, E. (2014), «Dialéctica y cosmovisión (1979)», en La dialéctica leninista y la metafísica del positivismo, Edithor, p. 230.